Columna de Opinión: Bicéfalo
ANDRÉS BOLAÑOS
Martha Elsa Durazzo Magaña:producto de la Abominación, al estilo Cementerio Maldito.
Cuasi sicópata, cuasianalfabeta, camuflajada con la trayectoria de su hermano Arnoldo, disfrazada como Martha Durazo (con una zeta para disimular en Veracruz su apellido ya que fue la sobrina incómoda de un tío incómodo: el negro Durazzo, miserable y desagraciada) fugada de los quehaceres maritales y caseros, por la vergüenza y la traición que propinó a su esposo, el empresario Jorge Balmori al pretender casarse con otro hombre estando casada con él, persiguiendo al Secretario de Gobierno de la administración de Chirinos, ex candidato a Gobernador del estado, liada con un funcionario de esa administración –cuyo nombre callo por respeto a la noble dama que es su esposa- Martha Elsa, como cualquier psicópata, un día soñó que el Espíritu Santo le decía que se casaría con Jonhy –como ella le llamaba- y entonces, con la sangre fría de cualquier asesina, convocó a respetables damas de la sociedad porteña y les anunció la boda –sólo que el hombre era casado. Entenderán entonces porque Martha Elsa fue excomulgada de la Congregación de Santa Rita. Su esposo y sus hijas tuvieron que cargar con la debacle de esta inmensa ¿torpeza? Malbarataron la Casa del Fraccionamiento Costa de Oro y Martha Elsa, después de enlodar a su familia y allegados, fue a dar con todo y chivas a la calle de Katy Ripoll de Melo, donde vivía Reynaldo Carballido, a quien casualmente también ya conocía estando aún casada (¿Cómo se llama a alguien así?), y de la noche a la mañana se convirtió en vecina del proletario fraccionamiento Villa Rica y “columnista cultural”, variando la imitación que hacía de la columna joyitas de Gema Odila en la sección sociales del diario el Dictamen de Veracruz, periódico que ella apoda como El Difamen de Veracruz.
Días antes Reynaldo Carballido –sí, el sobrino del brillante Emilio- había gastado en una borrachera para recibir al poeta de las montañas Raúl Iván Méndez Arzola y me convocaron a esa reunión, Reynaldo, casi llorando me pidió que organizáramos una Asociación Civil –como promotor y gestor calificado sé hacer estos trámites- para que “nos hicieran caso las instituciones”. A lo que yo contesté: Reynaldo, a mí, sí me hacen caso, de un modo o de otro. Reynaldo argumentó, suplicó y Raúl Iván apoyó su petición. Yo lo apoyé en lo que pude, organizamos, fuimos, venimos y se armó un encuentro de escritores para que firmáramos el acta. En la junta de fundación a Reynaldo, como todas las cosas de la vida, se le fue el control de las manos y nuevamente casi llorando me dijo: no se va a poder, mira, ya nos quitaron el control de la junta. Pues debo confesar que hice triunfar la chistosada de Reynaldo y en el encuentro de enero del año dos mil, en Chocamán, Veracruz, iniciamos el fraude de la Unión Estatal de Escritores Veracruzanos, que repito, ni es Unión, ni es de escritores ni es una asociación ni es de veracruzanos, ni puede llamarse Unión de Escritores Veracruzanos porque el Trámite para hacerlo caducó –Gracias a Dios- y por causa de una de los miembros del comité directivo, quien no quiso darme su acta de nacimiento para que no me enterara la edad que tenía. En fin, hoy doy gracias a esta enfermita, porque la asociación no puede hacer más daño del que ya hace en manos de Martha Elsa.
Pasado un año, Martha Elsa y Reynaldo se iban a escondidas a los encuentros que le invitaban, temerosos de lo único que puede temer un par de fraudulentos y miserables: mi legitimidad, en la vida, como creador, como gestor y como secretario de la asociación que nunca pudo concretarse y por lo cual, al vencerse los términos legales para darle de alta ante el notario público y garantizar el nombre, la abandoné, esperando que así como yo la echaba a la basura, el tiempo se encargara de disolverla.
Pero no contaba yo con la vitalidad de las caricaturas, once años después, la infamia tiene patas y anda por ahí engañando a gente bien intencionada, a escritores que guardan la esperanza de que la Unión les defenderá y proyectará en otras miserables y fraudulentas publicaciones: las de Antonio Durán que utiliza el logo de la UAM, ya que trabaja en la unidad Zaragoza. Debo aclarar que estas publicaciones las paga el escritor que las solicita, el consejo editorial es Durán mismo y no son (y nunca serán) las publicaciones de La Universidad, son sólo la chamba que el empleado se lleva al trabajo para usar la maquinaria institucional.
En la vida fraudulenta hay un imán de fraudes.
¿Por qué el poeta Andrés Bolaños se ocupa de limpiar este excremento? Bien. En 1990 cuando conocí a Reynaldo Carballido, entonces casado de Ana María Serrano, quien le dio un nivel de hombre y estatus de humano a su vida, mientras estuvo con él. Yo tenía diecinueve años, cinco de trayectoria cultural, embaucarme entonces era fácil. Hoy día quien me pide apoyo aun lo tiene- he sido un idealista irremediable. Cuando tenía veintinueve años inicié la Asociación de una manera que era sólida, deposité en ella el cariño y el respeto que me tenían algunos escritores. Aprendí a hacer las cosas de un modo heroico y amoroso, como se hacían los Encuentros de Poetas del Istmo Mexicano, con Samuel Pérez García y el doctor Germán Rodríguez Filigrana quien trabajó –y pagó- toda su vida para hacer cultura en Acayucan. De nosotros aprendió Reynaldo Carballido, de nosotros y de mí aprendió Antonio Solís Calvillo presidente de la Sociedad de Escritores Tabasqueños A.C. para hacer el magno encuentro del noventa y dos en Villahermosa y Cárdenas, Tabasco. De esa magia que acarrea las cosas hechas de buena voluntad, cuando las personas se integran a una gran fuerza que va impulsando las obras, los encuentros... se elevan a la vida los proyectos. Por eso debo limpiar lo que hice en aquél acto de fundación de una asociación que no cuajó, que se murió en el parto. Lo que hoy anda por ahí, proviene, como en la película Cementerio maldito de un ritual abominable. Pudrición y peste: Martha Elsa y su asociación fantasma, que únicamente le sirve para acarrearse recursos personales, para mostrar su opacidad ante el foro y decir las estupideces perversas que acostumbra, sin importarle pisotear a los jóvenes escritores que creen en la Unión. Avergonzando –ahora es nuestro turno- a los escritores veracruzanos, ya que se ostenta como poeta veracruzana. Y junto a una vendedora de Avon, fue hasta Chile, con recursos del IVEC, a leer sus “poesías” representando a Veracruz y a México la infame, usurpando el sitio de poetas como Silvia Sigüenza, Silvia Tomasa Rivera, María Elena Hinojosa, Mari Carmen Gerardo, Cristina Caballero, Maliyel Beverido, Livia Díaz y Marisol Robles, entre otras.
Si no le importó pisotear a sus tres hijas. No le importó escarnecer a un buen hombre con el que se casó, no le importó que Sonia de Chirinos le pidiera que nunca le volviera a llamar. Martha Elsa no tiene, al igual que los psicópatas, temor a lastimarse físicamente, dignidad propia, ni miedo o límites sociales.
No le importa contradecir a los maestros para hacerse la que sabe, y proliferar chillidos a otras personas con los que se sobaja y humilla en público porque su prepotencia la ensordece, y el brillo opaco de una medallita que compró en el mercado para auto premiarse, la ha cegado. La ficción terminó convencida de su existencia.
Digna del siquiátrico, se atrevía a leer en su currícula: cuatro años pareja sentimental del dramaturgo Reynaldo Carballido, como si la cultura se adquiriera vía genital. Y como para bailar tango hacen falta dos, Martha Elsa no es la única loca peligrosa, mucho cuidado también con Reynaldo Carballido, cuyas mariconadas y lloriqueos vinieron a crear esta doble falacia ambulante: la Unión y Martha Elsa, que no son veracruzanos, unión de no escritores, no son asociación civil no representan a los escritores veracruzanos y sobre todo: No deben usar el nombre de Unión Estatal de Escritores Veracruzanos porque constituye un delito.