*Su nueva lección es que la historia no puede silenciarse,
afirman Luis Villoro y Fernanda Navarro.
Hermann Bellinghausen En su mensaje, Villoro y Navarro señalan: “Nos han dado una nueva lección: que la historia no se puede silenciar”. No muy distinto es lo que vinieron a expresar a este peculiar coloquio intercultural las voces de la América indígena, desde experiencias diferentes, cargadas con la energía (newen, la llaman los mapuches) del devenir de la historia.
En la sesión final sonaron fuerte las voces del intelectual de lengua mapundungun Luis Cárcamo-Huechante y del dirigente amazónico de Ecuador Severino Sharupi Tapuy. “No son tiempos de ir despacio”, dijo el segundo, en representación de la importante Confederación Nacional Indígena de Ecuador (Conaie). Ofreció una valoración sobre el impacto del movimiento indígena en la vida de su país en los pasados 20 años, no exenta de autocrítica, pues admitió que, pese a sus logros, han cometido errores en relación con la intención de “tomar el poder” (y han estado cerca de ello, derrocando a tres presidentes y logrando una nueva Constitución).
Según Sharupi, “no se ha construido un poder abajo” por la idea “de tomar el poder existente”. Sus palabras resultan urgentes: “Ya no es momento de seguir sólo resistiendo. Es momento de dar un paso adelante. Es tiempo de la palabra y la rebeldía”. La resonancia con los mensajes zapatistas que han permeado este seminario internacional es evidente: “Somos un pueblo en construcción”, dijo, y un tanto paradójicamente, remató: “Como la tortuga, que es lenta, pero, como va sobre sus cuatro patas, no se cae”.
El “diciendo haciendo/haciendo diciendo” de los ecuatorianos se hermana también, sin repetir, con el uso de la palabra que ha caracterizado al movimiento zapatista de Chiapas en las dos mismas décadas que la Conaie ha caminado sus propios caminos, y no es la primera vez que se cruzan.
Cárcamo-Huechante, mapuche cosmopolita por el exilio, habló por la Comunidad de Historia Mapuche, organismo de lucha cultural en Chile que ha encontrado en el libro y la radio instrumentos de autonomía. Describió la experiencia de autoeditarse, con una visión propia de la historia, la geografía, la interpretación del territorio y la comprensión de la ley.
La obra colectiva Historia, colonización y resistencia en el País Mapuche participa como un hito en el actual y contundente despertar de los pueblos de Wall Mapu, en Chile (y Argentina). Siguen colonizados por el Estado chileno, que tradicionalmente ha sido racista y los ha perseguido y despojado. Desde la dictadura pinochetista, siempre que puede les aplica la infame ley antiterrorista.
Pero también en Ecuador, con su gobierno más progresista (pero fundamentalmente extractivista, dijo Sharupi), se aplica una ley similar contra los dirigentes indígenas.
Sumadas a estas voces, estuvieron las de Félix Díaz, “qarashé” de la comunidad qom de Argentina; del también mapuche Andrés Cuyul, y las del Congreso Nacional Indígena de México, que se escucharon ayer. Todas estas participaciones fueron traducidas o comentadas en tzeltal y tzotzil, en consideración a la audiencia local que vino a escuchar a los analistas, a los dirigentes y a los sabios, como Luis Villoro y Jean Robert.
Fiel a lo que ha sido el activo pensamiento de su vida, Robert se refirió con generosidad al mundo campesino, donde reside la resistencia, y alertó del peligro de su desaparición ante el desastre ecológico que se extiende sobre el planeta. Una palabra clave para él es “construcción”.
También para Villoro y Navarro, quienes al responder al llamado zapatista señalaron: “tras ese silencio nos invitan, nos incitan a caminar la palabra, su palabra, para mostrar lo que ellos han logrado resistiendo y construyendo un mundo en el que todo lo que tiene vida se ama y se respeta, porque tiene corazón”.