Las auoridades municipales a cargo de la señora Fabiola Vázquez Saut, se burlan del pueblo de Acayucan, en complicidad con los regidores, cuyo silencio es una muestra de su falta de comprimiso con la sociedad a la que dicen representar.
Déjame que te cuente…
Por Sergio M. Trejo González.
En Acayucan no pasa nada. El tiempo
se detiene… se pierde. Es notable y curioso que el efecto del tiempo produce
una sensación subjetiva sobre la mente humana y es que aunque el ritmo
acompasado del reloj siempre es el mismo, la sensación interna varía
dependiendo de la situación o de la circunstancias. Quizá la compañía influye;
sobre todo, la compañía cariñosa. El efecto que otra persona tiene sobre otra
puede ser infinito. La magia que invade a dos personas que se sienten a gusto
es un éxtasis que se desea no terminara nunca… cuando menos en el principio.
Algo así pesa sobre nuestra ciudad
donde parece no necesitarse de nada para que la vida continúe, pues resulta que
de manera inédita se observa que nuestro palacio municipal se ha mantenido
cerrado por toda esta semana que transcurre. Algo original y extraño si
anotamos que en el devenir histórico de estos territorios, no habíamos sabido que
se otorgaran vacaciones, manera general, a todo el personal que labora para el Ayuntamiento.
Se fueron no solamente la empleomanía sindicalizada sino también los de
confianza y todo el cuerpo edilicio, a disfrutar de unas merecidas vacaciones, conquistadas,
seguramente, por el triunfo de la gente en el poder en las pasadas elecciones.
Debo significar mi comprensión total
de los derechos laborales de cualquier empleado, donde las vacaciones
constituyen uno de los privilegios fundamentales del trabajador. Eso no queda
sujeto a regateo de ninguna especie. No obstante, entre los patrones y los
trabajadores siempre ha prevalecido la sensatez en cuanto al disfrute de esa
tranquilidad tan anhelada, para que la vida siga su curso sin alteración. No se
puede abandonar la industria ni el comercio ni los servicios públicos así, de
manera tan… digamos, tan poco deliberada.
En Acayucan, sin embargo el quehacer
de los burócratas se ha detenido junto con las vacaciones de los empleados de
los juzgados, ministerios públicos, las escuelas. Por momentos, el mundo entero
deja de importar. Ya no interesan los proyectos profesionales, los planes económicos
de futuro u otros sueños, porque no existe rumbo alguno. Acayucan, diría
parafraseando a Catón, parece atravesar esta semana por su más triste Noche
Triste. Digo eso y siento lo que alguna vez sintió Ricardo López Méndez: una
íntima tristeza reaccionaria que rescato líricamente: Acayucan, creo en ti, porque
el águila brava de tu escudo se divierte jugando a los volados...
Empero, deberíamos tener en cuenta
que el tiempo de la vida es limitado, que el ser humano nace y muere más allá
de ese deseo de eternidad que surge en el corazón. Algo cierto es que resulta importante
tomar conciencia del valor del presente para poder desarrollar lo necesario. “Al
reloj de la vida se le da cuerda sólo una vez, y a ningún hombre le está dado
saber cuándo las manecillas habrán de detenerse en cualquier temprana o dilatada
hora…”
Me apena decirlo, pero creo que
Acayucan está viviendo ahora los momentos más sombríos de su historia.
Necesitamos retomar un rumbo del orden. Ya observamos que en esta semana, que
permaneció cerrado el Palacio Municipal, no ha sucedido absolutamente nada;
nada que provoque la queja grave ni la molestia peligrosa de nadie. Al menos no
se ha trasmitido lamentación alguna... salvo esos recados que un servidor
escuchó, para el cabildo, frente al portón principal de “La Casa del Pueblo”. No
le concedo importancia, en el principio de que las mentadas de madre son como
las llamadas a misa.
Quizá deba subrayar que no existe la
necesidad de que todo el personal se vaya a disfrutar sus vacaciones, al mismo
tiempo, poniendo en riesgo el servicio público que algunos departamentos
proporcionan, y sin pensar en las fatalidades de un accidente; consideremos en
la expedición de actas de nacimiento para quienes tienen necesidad de buscar
alternativas para continuar estudios; la vigilancia de un deficiente servicio
de limpia pública, etc. Creo, en serio, que si los ediles necesitan descansar
una semanita, pues que se turnen. Son tantos que podían rolarse para cubrir
alguna incidencia que pudiera suscitarse. Digo, para no evidenciar que su
trabajo es tan excusado, ocioso e innecesario que podían ausentarse por el
resto del trienio y todo marcharía de mejor manera.
Bueno sería que, los partidos que
postularon a nuestras autoridades municipales, propusieran a los regidores y al
síndico, ya que a la Presidenta nadie le puede sugerir, se tuviera un poquito
de sensibilidad en sus acuerdos. Para que sus majestades se condujeran con algo
de humildad, que se necesita para que se haga conciencia de que forman parte de
un grupo de servidores públicos “sin horario”. Ya sabemos que la capacidad
humana tiene sus límites pero no se necesita formalizar la flojera. Pueden bien
manejar su holgazanería, como su propia
“oposición”, en concertaciones y cabildeos; sin hacer evidente la fatiga
por no hacer nada, cerrando como lo han hecho, de manera novedosa, espectacular
e increíble, nuestro hermoso Palacio Municipal.