jueves, 26 de julio de 2012

Acayucan, creo en ti.


Las auoridades municipales a cargo de la señora Fabiola Vázquez Saut, se burlan del pueblo de Acayucan, en complicidad con los regidores, cuyo silencio es una muestra de su falta de comprimiso con la sociedad a la que dicen representar.

Déjame que te cuente…
Por Sergio M. Trejo González.
En Acayucan no pasa nada. El tiempo se detiene… se pierde. Es notable y curioso que el efecto del tiempo produce una sensación subjetiva sobre la mente humana y es que aunque el ritmo acompasado del reloj siempre es el mismo, la sensación interna varía dependiendo de la situación o de la circunstancias. Quizá la compañía influye; sobre todo, la compañía cariñosa. El efecto que otra persona tiene sobre otra puede ser infinito. La magia que invade a dos personas que se sienten a gusto es un éxtasis que se desea no terminara nunca… cuando menos en el principio.
Algo así pesa sobre nuestra ciudad donde parece no necesitarse de nada para que la vida continúe, pues resulta que de manera inédita se observa que nuestro palacio municipal se ha mantenido cerrado por toda esta semana que transcurre. Algo original y extraño si anotamos que en el devenir histórico de estos territorios, no habíamos sabido que se otorgaran vacaciones, manera general, a todo el personal que labora para el Ayuntamiento. Se fueron no solamente la empleomanía sindicalizada sino también los de confianza y todo el cuerpo edilicio, a disfrutar de unas merecidas vacaciones, conquistadas, seguramente, por el triunfo de la gente en el poder en las pasadas elecciones.
Debo significar mi comprensión total de los derechos laborales de cualquier empleado, donde las vacaciones constituyen uno de los privilegios fundamentales del trabajador. Eso no queda sujeto a regateo de ninguna especie. No obstante, entre los patrones y los trabajadores siempre ha prevalecido la sensatez en cuanto al disfrute de esa tranquilidad tan anhelada, para que la vida siga su curso sin alteración. No se puede abandonar la industria ni el comercio ni los servicios públicos así, de manera tan… digamos, tan  poco deliberada.
En Acayucan, sin embargo el quehacer de los burócratas se ha detenido junto con las vacaciones de los empleados de los juzgados, ministerios públicos, las escuelas. Por momentos, el mundo entero deja de importar. Ya no interesan los proyectos profesionales, los planes económicos de futuro u otros sueños, porque no existe rumbo alguno. Acayucan, diría parafraseando a Catón, parece atravesar esta semana por su más triste Noche Triste. Digo eso y siento lo que alguna vez sintió Ricardo López Méndez: una íntima tristeza reaccionaria que rescato líricamente: Acayucan, creo en ti, porque el águila brava de tu escudo se divierte jugando a los volados...
Empero, deberíamos tener en cuenta que el tiempo de la vida es limitado, que el ser humano nace y muere más allá de ese deseo de eternidad que surge en el corazón. Algo cierto es que resulta importante tomar conciencia del valor del presente para poder desarrollar lo necesario. “Al reloj de la vida se le da cuerda sólo una vez, y a ningún hombre le está dado saber cuándo las manecillas habrán de detenerse en cualquier temprana o dilatada hora…”
Me apena decirlo, pero creo que Acayucan está viviendo ahora los momentos más sombríos de su historia. Necesitamos retomar un rumbo del orden. Ya observamos que en esta semana, que permaneció cerrado el Palacio Municipal, no ha sucedido absolutamente nada; nada que provoque la queja grave ni la molestia peligrosa de nadie. Al menos no se ha trasmitido lamentación alguna... salvo esos recados que un servidor escuchó, para el cabildo, frente al portón principal de “La Casa del Pueblo”. No le concedo importancia, en el principio de que las mentadas de madre son como las llamadas a misa.
Quizá deba subrayar que no existe la necesidad de que todo el personal se vaya a disfrutar sus vacaciones, al mismo tiempo, poniendo en riesgo el servicio público que algunos departamentos proporcionan, y sin pensar en las fatalidades de un accidente; consideremos en la expedición de actas de nacimiento para quienes tienen necesidad de buscar alternativas para continuar estudios; la vigilancia de un deficiente servicio de limpia pública, etc. Creo, en serio, que si los ediles necesitan descansar una semanita, pues que se turnen. Son tantos que podían rolarse para cubrir alguna incidencia que pudiera suscitarse. Digo, para no evidenciar que su trabajo es tan excusado, ocioso e innecesario que podían ausentarse por el resto del trienio y todo marcharía de mejor manera.
Bueno sería que, los partidos que postularon a nuestras autoridades municipales, propusieran a los regidores y al síndico, ya que a la Presidenta nadie le puede sugerir, se tuviera un poquito de sensibilidad en sus acuerdos. Para que sus majestades se condujeran con algo de humildad, que se necesita para que se haga conciencia de que forman parte de un grupo de servidores públicos “sin horario”. Ya sabemos que la capacidad humana tiene sus límites pero no se necesita formalizar la flojera. Pueden bien manejar su holgazanería, como su propia  “oposición”, en concertaciones y cabildeos; sin hacer evidente la fatiga por no hacer nada, cerrando como lo han hecho, de manera novedosa, espectacular e increíble, nuestro hermoso Palacio Municipal.

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