jueves, 1 de agosto de 2013

Insuficiencia renal y dengue: Veracruz grave

CLAROSCUROS
José Luis Ortega Vidal

(1)

Tienes diez años de edad. De pronto, tu orina cambia. Surge espumosa, con burbujas. Debes levantarte más de una ocasión en la madrugada por los deseos de miccionar; lo que no ocurría antes.
Más aún: la orina tiene presencia de sangre. Tus piernas se hinchan; los tobillos tienen la misma problemática al grado de no poderte colocar los zapatos. También te fatigas aún cuando no hagas ejercicio ni estés realizando alguna actividad pesada.
Tus padres acuden al médico y el diagnóstico es terrible: en la flor de la vida, en tu tercera etapa de la niñez, padeces insuficiencia renal.
Habitas en el municipio de Tierra Blanca. Y allí, en la puerta a la Cuenca del Papaloapan, durante los últimos 13 años se han detectado estadísticas anormales de enfermos renales.
El sector salud ha investigado una y otra vez y no se encuentra una explicación clara sobre la causa de este mal.

Las hipótesis vuelan como las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia en los “Cien Años de Soledad” de Gabriel García Márquez: el excesivo uso de plaguicidas y fungicidas; el empleo de ácidos en la limpieza de pozos; la presencia de diabetes; malos hábitos alimenticios; endogamia; etcétera.
De plano, en Tierra Blanca se invirtió en la creación de una Clínica de Hemodiálisis.
Se disminuyó la cifra de muertos pero no de enfermos.
La falla renal sigue e incluye a niños, jóvenes y adultos; la única diferencia es que ahora pueden vivir más tiempo con una diálisis apoyándoles.
No hay un dato preciso sobre la cantidad de enfermos de los riñones.
Se habla de cientos, incluso de miles de víctimas. Llegó a darse el caso de que en una sola comunidad, “Los Mangos”, más de la mitad de la población –de unas 80 personas- padecía problemas con sus riñones.
A nivel estatal, el sector salud de Veracruz reportó la muerte por fallas renales de 630 personas por año durante el período 2006-2011.
Hoy, Tierra Blanca sigue en las mismas; de su dramática e histórica problemática se habla en los medios de información estatales y nacionales, e incluso allende las fronteras, pero nomás no hay solución.

(2)

En este contexto aparece una nueva alerta: en San Rafael, municipio ubicado en la zona centro del estado, junto a Martínez de la Torre, en las faldas de la zona montañosa que vía Misantla conduce a Xalapa o bien te permite viajar a Perote, o asomarte a las playas de Nautla y dirigirte en dos horas a Poza Rica; ahí en una región poblada por grandes extensiones de producción citrícola, se han detectado decenas de enfermos renales.
Se habla de 40, sólo en el sector juvenil.
E igual que en Tierra Blanca, se expone que habría víctimas mortales debido a la pobreza que impide el tratamiento para poder vivir aunque sea dializados.

(3)

Ante el escenario de San Rafael el Secretario de Salud, Antonio Nemi Dib, declara sin rubor que las estadísticas de enfermos renales del lugar no exceden la media nacional sobre el padecimiento.
¡Que Dios escuche a Antonio Nemi!
¡Que las palabras del señor Secretario de Salud sean estrictamente apegadas a la verdad y estemos ante una exageración en torno al número de enfermos de los riñones en un municipio del centro de Veracruz!
Recordemos, empero, que en su momento el cardiólogo Mauro Loyo Varela -Secretario de Salud en el sexenio de Miguel Alemán- dijo exactamente lo mismo respecto al caso de Tierra Blanca.
Pero ahí doña muerte, ayudada por doña diálisis y con el respaldo inequívoco de los señores riñones frágiles, desmintieron al reconocido galeno Loyo.
No es lo mismo ser un médico notable que ser un funcionario público honesto y responsable, aprendimos en aquella ocasión.
Destacado cardiólogo, don Mauro Loyo resultó mentiroso y sus falsas afirmaciones se referían a vidas humanas no a las estadísticas frías que se pueden observar desde un escritorio.

(4)

El sur de Veracruz padece hoy en día un brote epidémico de dengue: el clásico y una modalidad mutante del hemorrágico.
Las Choapas y Coatzacoalcos son las poblaciones con el mayor número de padecimientos.
Como siempre, los datos oficiales son contradictorios: por un lado se ventila que la incapacidad del sector salud choapense obliga a canalizar a los enfermos al hospital regional “Valentín Gómez Farías” de Coatzacoalcos y que las camas de este nosocomio son insuficientes para albergar a los demandantes vecinos y los locales.
Y frente a esta versión -muy cruda- del alto número de enfermos de dengue, las autoridades del sector salud y del Ayuntamiento evitan el empleo de la palabra epidemia, en un afán de precisión lingüística que no puede evitar el asomo de la preocupación política.
¡Carajo!
Cómo si las vidas de las personas fueran equivalentes a votos electorales.
Admitir el surgimiento de una epidemia evidencia la ineficiencia de las autoridades para prevenir esta problemática.
Pero ocultar la realidad a la población impide que ésta enfrente con prontitud al mal que le aqueja y que en Coatzacoalcos habría cobrado ya una vida.

(5)

En Tierra Blanca el subsuelo cuenta con la presencia -por encima de lo aceptable para el ser humano- del metal pesado conocido como el cadmio.
El metal asesino arriba a los afluentes subterráneos y pasa a los ríos y pozos que surten de agua a la población.
El cadmio es regado con los fungicidas y pesticidas que bañan el campo cañero de la zona.
Los intereses económicos que rodean este escenario constituyen una variable muy importante en el estudio de los males renales terrablanquenses.
Lo de San Rafael es tema nuevo y habremos de estar muy atentos a la información que surja al respecto, para ubicar la realidad de lo que hoy es una alerta desdeñada por el Secretario Antonio Nemi.
Insisto en rezar al respecto, para que al comunicólogo convertido en administrador de la salud le asista la razón.

Lo del sur, finalmente es un caso grave de un brote epidémico, porque el número de afectados por el dengue en Coatzacoalcos y Las Choapas rebasa la estadística común y ha puesto en peligro a la población en general.

Hay que dejar la lingüística en manos de lingüistas. Llamemos a las cosas por su nombre sin afanes pseudo políticos: el sur tiene un problema de salud respecto a la proliferación del mosco aedes aegypti y a la presencia de una mutación del dengue hemorrágico  que ha sorprendido a todos y está llevando a mucha gente al hospital.


Tomemos las medidas respectivas y obligadas; a menos que morir devorados por las hormigas como el último de los Buendía, nos resulte buena opción.

Catalina Arias Mayo, ignorante y farsante...

Respuesta.

Los trabajos arqueológicos desarrollados en Jáltipan en estas fechas son dos: Uno, el salvamento en el nuevo panteón de Jáltipan y dos, el rescate en la estación multimodal del almacén de coque. Ambos proyectos están revisados y autorizados por el Consejo de Arqueología, y los dos agotaron todo el proceso administrativo, técnico y académico antes de que el personal comisionado por el Centro INAH Veracruz iniciara las excavaciones. De acuerdo a las leyes y reglamentos aplicables, fueron las entidades que afectaron o podrían afectar el patrimonio in situ, las que financiaron los trabajos respectivos, tales como el Ayuntamiento de Jáltipan y la empresa García Munté. Dicho apoyo se dio bajo la modalidad de financiamiento en especie. Es decir, ayuntamiento y empresa absorbieron los honorarios, alimentación y hospedaje de los arqueólogos contratados, así como los salarios de los peones y auxiliares, el costo de las herramientas, insumos, renta, mobiliario, equipos de cómputo, etc. Una vez concluido cada proyecto el equipo, herramienta y mobiliario fueron o serán devueltos a los otorgantes. De manera que el suscrito no recibió un solo peso del costo del proyecto, como consta en las actas, minutas y acuerdos levantados. De modo que resulta sumamente temeraria la imputación irresponsable de la señora Catalina Arias, al afirmar que un servidor ha recibido sumas millonarias por estos proyectos y por el proyecto del Túnel Sumergido, poniendo en riesgo mi integridad física y la de mi familia. Pero además me causa daño moral con tan infamante señalamiento. Cualquiera puede acceder a la documentación respectiva solicitándola a través del Portal de Transparencia, a través del cual con gusto el Centro INAH Veracruz atenderá sus solicitudes.

Declaro mi ignorancia y total desconocimiento de que en Jáltipan o en el sur de Veracruz hubiera una antropóloga llamada Catalina Arias Mayo. Seguramente su excelente curriculum y sus muchos méritos académicos pasaron desapercibidos a mis humildes intentos por entender y conocer la historia y cultura de la región. Pero indudablemente en su próxima aparición pública nos ilustrará sobre sus vastos conocimientos, sus muchas obras publicadas, su profunda experiencia, pero sobre todo, con sus múltiples dictámenes en arqueología que le dan el peso moral para descalificar mi trabajo y pedir mi remoción del proyecto de la planta de coque. No lo sé de cierto, pero lo supongo (dijera el clásico), que presentará pruebas irrefutables, perfiles, resultado de sondeos, estadísticas, dibujos, fotografías y demás requisitos indispensables que prueben fehacientemente que el trabajo no sólo está mal hecho, sino que permitió la destrucción del patrimonio y que incurrió en deficiencias técnicas al proteger las estructuras descubiertas. Dudo que quiera seguir declarando sin pruebas contundentes porque quedaría en el nivel de charlatana. Pero sobre todo, supongo que dichas pruebas las presentará ya, hoy, hoy (como dijera otro de los clásicos), ya que primero dio a conocer sus conclusiones sin presentar un estudio que las avalara, lo cual por cierto es antiacadémico y refleja su pobreza por no decir nula autoridad profesional.

Seguramente la señora Arias Mayo estará muy ocupada y no habrá leído los periódicos, ya que afirma que las piezas del Túnel Sumergido desaparecieron, cuando consta en múltiples medios que he declarado reiteradamente que se encuentran en las bodegas de bienes culturales del INAH y que con todo gusto serán exhibidas en Coatzacoalcos cuando se cuente con un espacio digno que les dé seguridad y condiciones adecuadas para su conservación. Tanto el H. Ayuntamiento de Coatzacoalcos como el Instituto Veracruzano de Cultura tienen en sus manos el proyecto para terminar el análisis y restauración de las piezas. Y, nuevamente, el apoyo para tales trabajos se pide en especie.

Por fortuna el encabezado de la nota que afirma que en Jáltipan no me quieren ha sido desmentido por numerosos jaltipanecos que me han mostrado su solidaridad y su vergüenza por la exhibición de ignorancia y mala fe de una supuesta profesionista oriunda de ese bello lugar, quien con falsas declaraciones busca seguramente llamar la atención popular con finalidades mezquinas aprovechando la temporada política. A ellos y a Coatzacoalcos les digo que mi compromiso sigue firme. Se continúa trabajando en el segundo tomo de las crónicas del ilustre jaltipaneco Eulogio P. Aguirre, el inolvidable Epalocho. También en la compilación de documentos de la revolución mexicana en Jáltipan, Minatitlán, Acayucan y Coatzacoalcos, que seguramente dejarán huella en la memoria histórica de la región. Por supuesto, el compromiso es que una vez terminado el análisis del material de la planta de coque habrá una publicación que explique a detalle la relevancia de estos hallazgos y aporte nueva información sobre nuestros ancestros. Ese es mi compromiso, ese es mi interés. Lo demás, señora Catalina, lo suyo, es una cortina de humo, mala fe, ignorancia, gritos, nada. Atentamente Alfredo Delgado Calderón.