Por Sergio M. Trejo González.
A escazas
tres semanas de la culminación de la campaña electoral que nos atropella, con
mira a las elecciones del primero de julio, y en el contexto de la celebración
del día de la “Libertad de Expresión”, resulta íntegro y honrado (no sé si también sano) reflexionar sobre
la sutil manera que se ha desarrollado el poder sobre Acayucan en los últimos
tres trienios, sin perjuicio de lo que mantenga viva la memoria de los acayuqueños.
Todos, de
muchas maneras, recordamos al poderoso Cirilo Vázquez Lagunes, desde la década
de los 80´s hasta los últimos días; viéndolo apoderarse prácticamente de la
región. Sería muy necio ignorarlo, cuando de nueva cuenta se avecina la
posibilidad la cuasi democrática imposición de Regina Vázquez. Se le recuerda
todavía, a don Cirilo, con los antecedentes del imperio que administró. Su nombre hacia y hace todavía temblar a
quien se atreve a mencionarlo. Era pública y notoria su ascendencia en Banrural
que primero conocimos como banco de crédito rural del golfo, lugar donde Cirilo
habitualmente despachaba; imponía los funcionarios a su antojo, manejando el
renglón creditico a su gusto. Se adueñó de la Unión Ganadera Regional del Sur
de Veracruz, y desde ahí comenzó a ejercer una influencia política para
controlar los principales espacios públicos de la región. La gente hablaba de
una relación con Bonanza y el
Mundo Marlboro. En esas historias me relatan, los amigos y confidentes, las
danzas y andanzas del señor Cirilo Vázquez Lagunes; que andaban sueltos, en
estas praderas de Gran Manitú, una especie de llamémosle “alguaciles de los
pobres”; que llegaban a levantar a cualquier persona de las sillas y de las
mesas de los restaurantes y de las
cantinas, nomás porque se les hinchaban las ganas de quitarle su lugar. Ya no
se diga de la prepotencia con que se desplazaban en la zona de tolerancia. Debían
abrirles paso, darles sitio y prestarles a la vieja. Había otros achichincles de
más categoría que se presentaban como secretarios y asesores de Cirilo Vázquez,
portaban su pistolón y apantallaban para que les obsequiaran favores. Eso sí lo
miré (tos terrenos de El Mangal, sinónimo del dominio y trono de su feudo.Otros detalles que no dejan de llamar la atención es que, estos renglones históricos, no sirvan, como antes, de capital político para que Regina explote en sus discursos. Digo, para cerrar con broche de oro su campaña.
Cierto que
solamente faltan unos días, pero no hay que aflojar el paso y, ya que los
panistas le hicieron la chamba a Xóchitl Tress, demostrando los panuchos, una
vez más, su chata visión, sus endebles ideales y su vacilación para defender la
bandera blanquiazul, no hay que dejar abierta ninguna posibilidad de que se
vaya el triunfo de Regina. Hay que recordar lo que Regina significa en su
discurso: Buscar el cambio, para seguir por el mismo camino (?). Pudiera enriquecer sus choros diciendo que más
vale malo por conocido que bueno por conocer
o el que por su gusto es Rey hasta la corona lame. Dicho así, sin el
buey y la yunta, para que no suene feo. Pero, decía antier, no estoy aquí para
dar lecciones de argumentación; al cabo ya nos han partido media madre durante
unos 30 años. Sea como quiera, uno se acostumbra a que le quieran ver al pueblo
la cara de bovino, que al cabo por cuernos en la ciudad no vamos quedar.
El
asunto entonces, me digo a mi mismo: “Póngale un poco de nostalgia en sus
columnas mi Cheyo (así me llamaba mi
madrina Tayde Garduza de cariño) para que no todo quede en chingar por chingar;
un tantito de gracia al rollo demagógico; échele ganas, usted tiene feeling and
soul”. Por eso me decidí a entrarle al quite a la Xóchitl “Tress en Una”, quesque anda tirando aceite porque se le fue
la Dinorath... Let it be a la Reyna de los leones. No está usted sola. Aquí me
tiene platicando lo que dicen mis cercanos, recordándome los pasajes de la
Fargo, del Gran Chaparral, Bonanza y el
Mundo Marlboro. En esas historias me relatan, los amigos y confidentes, las
danzas y andanzas del señor Cirilo Vázquez Lagunes; que andaban sueltos, en
estas praderas de Gran Manitú, una especie de llamémosle “alguaciles de los
pobres”; que llegaban a levantar a cualquier persona de las sillas y de las
mesas de los restaurantes y de las
cantinas, nomás porque se les hinchaban las ganas de quitarle su lugar. Ya no
se diga de la prepotencia con que se desplazaban en la zona de tolerancia. Debían
abrirles paso, darles sitio y prestarles a la vieja. Había otros achichincles de
más categoría que se presentaban como secretarios y asesores de Cirilo Vázquez,
portaban su pistolón y apantallaban para que les obsequiaran favores. Eso sí lo
miré (tantito y de lejos) y lo recuerdo muy bien porque, su servidor, comenzaba
a incursionar en tareas públicas de cierta responsabilidad.
Teníamos en Acayucan un señor comandante, bigotón,
ceñudo y bragado. Era alto, bien dado, muy ancho de espaldas; con negra mirada
que un aire le daba al buitre de las montañas: Eulogio Herrera Galván. Si mi
memoria no me resulta infiel, fue el único cabrón que le puso el arma en la
cara a Don Cirilo Vázquez Lagunes, frente a su escolta armada hasta los
dientes. De inmediato le apuntaron al policía cumplido, que llegó a “La cabaña”
(de Antonio Dodero Cano) para aplacar a un par de rijosos que se estaban
partiendo la madre. Era Cirilo Vázquez peleando con su cuñado Luis Alberto Saut
Niño (tío de Regina) por un asunto familiar de “trato amable”. Los daños
materiales ascendieron a la cantidad de seis mil pesos (cuando el dólar estaba
a $12.50 a la compra y a la venta) por concepto de la desintegración de las
partes de una Rockola, fractura de los canceles y espejos del lugar, y por
alteración de la escenografía selvática del Lounge Bar. Acabaron pues, los
cuñados, con todas esas percepciones visuales, cromáticas, y sensitivas del
lugar, para dar rienda suelta a la vulgar riña. Don Eulogio, ante tal circunstancia
optó, por lo más inteligente, bajó el arma y puso pies en polvorosa, dejando a
un Cirilo Vázquez desconcertado para que después reordenara medidas de represalia,
que para un servidor carecen de importancia, dado lo que se acostumbraba. Lo
digo porque supe de otros trances del Don Eulogio, igual quitándole su arsenal
a otros compinches; ya recomendando a más de tres abogados de don Cirilo, que
guardaran su arma y compraran unas chinampinas para que las tronaran a golpe de
cacha. Luego se nos perdió don Eulogio, hasta donde me llega la información,
después de vivir muchos años en la calle Benito Barriovero, junto al domicilio
del Licenciado Ciro González Tadeo, de donde se desterró en estado invidente para
radicar en Jaltipan.
En fin que todos esos reflejos resultan minucias
comparadas con otras aventuras de Don Cirilo. Ahora y a propósito de campañas y
elecciones, se rememora que, el propio señor Cirilo, en aquellas épocas contaba:
Que se le habían regresado sus querubines (Fabiola y Regina) a Puebla, donde vivían
antes de la feliz ocurrencia de que vinieran a mandarnos; porque no les
gustaban estos menjurjes y trotes de andar acarreando gente y tener que barbear
a la chusma. Se lo creían los seguidores de don Cirilo y lo difundían para que
todos cayéramos en el garlito del esfuerzo que le costaba al poderoso señor y
amo, convencer a sus palomas de la importancia que resultaban ellas, para su
gran proyecto, que por cierto nadie sabe todavía en que consiste. Eran los
períodos que bailaban muchos vecinos porque algún recadero soltaba su amable
pedimento, de Cirilo, para a las hijas para ese proyecto. Se decía que Él,
solamente mandaba pedir las vacas que necesitaba para darle alimento al
electorado y que todos cooperaban “voluntariamente ¡Hágame usted el favor!
Todavía la gente murmuraba, eso que les
contaba líneas antes, que a ellas (Regina y Fabiola) no les gustaba participar
en los eventos de campaña. Dos o tres veces, cuando se ausentaron, el pueblo en
verdad creía de nuevo el rumor: “es que ya se le fueron de nuevo las chamacas y
anda encabronado, Cirilo, presionándolas para que regresen”. Por supuesto que
algunos pendejos creían toda esa gran preocupación y seguro que hasta
suspiraban para que las infantas, hidalgas y preclaras morritas volvieran a
concedernos el favor de su representación popular. Qué bueno que no les gustaba
y, ojalá, se aburran de gobernar en Acayucan porque creo que no nos van a
soltar en unos cincuenta años.
Pero el
sarcasmo y la cábula no terminan. Mire usted que en estos, nuevos vientos
democráticos, se observa como Regina, cabalgando de nuevo con rumbo a otra diputación,
se atreve a declarar en sus discursos: “Tenemos que terminar con el cacicazgo” y,
además, celebra que Enrique Peña Nieto se compromete a brindar apoyo a las
madres sin marido ( conste que a Regina Vázquez, no le afecta si gana o pierde
el candidato del PRI porque la lleva de a cuartas con López Obrador; recuérdese
que votó contra el desafuero del candidato perredista cuando fue diputada
federal por el PAN). En serio que la vi “con mis propios ojos” cuando levantaba
la mano y sonreía escuchando a Héctor Yunez Landa, en su visita nocturna de
hace unos días; cuando declaraba que el candidato a la presidencia de la
Republica por el PRI concederá un subsidio para todas las madres solteras ja, ja,
ja, soltó la carcajada Regina, y elevó su diestra, después apunto su pecho con
el dedo, diciendo anóteme por favor ja, ja, ja. Por sentido del humor de Regina
no vamos a quedar y un servidor, que presume de gozar excelente regodeo, no tiene
más que sonreír.
Respeto
el derecho político de Regina y de todos los candidatos, su postulación y sus
palabras, porque dijeran los poetas: “Yo amo la palabra y las palabras. Me
defiendo y transporto con sus dardos de viento, aunque a veces me dejen cicatrices y llagas. No
quiero más censura sobre ellas, ni quiero que a la lengua le coloquen mordazas.
¡Dejen en libertad a la palabra! A mi palabra, a tu palabra, a todas las
palabras. A veces temo, al cantar mis sentimientos, que sus mensajes no lleguen
al destino y por eso las dejo aquí grabadas. Pero hay algo más triste todavía;
algo que me produce indignación y nauseas: aún se prohíbe y se secuestra la
palabra; aún se sigue atentando contra muchas verdades, manipulando,
encarcelando, asesinando…Por respeto a los vivos y a los muertos, la lucha de
los pueblos, la sangre derramada, la libertad y, sobre todo, la dignidad
humana… penemos la calumnia pero no las palabras”.