Déjame que te cuente…
Por Sergio M. Trejo González.
The Importance of Being Earnest, es el título original en inglés de
una comedia de Oscar Wilde escrita en 1895, que trata sobre las costumbres de
la sociedad. La obra se ubica en la Inglaterra y la trama se desarrolla alrededor
del protagonista John y su ficticio hermano Ernest. Dicen los intérpretes que su
traducción literal debería ser “La importancia de ser serio”, pero que en el
idioma inglés tiene un doble sentido que se pierde en la traducción, ya que el
nombre Ernest y la palabra "earnest" (serio) suenan igual
fonéticamente.
Algo similar sucede con Hernesto González Nazario, el secretario de
nuestro ayuntamiento, cuyo nombre se escribe con “H” debido a un error en su
acta de nacimiento. Es raro, pero sucede hasta en las mejores familias, por
falta de cuidado en revisar nuestros documentos personales, dejándonos a veces en
condición de marcados, pues algunas fallas luego se convierten en estigma de la
personalidad; aunque la verdad una letra más o una letra menos -que además es
muda- no pasa a significar agravio. Igual en materia de resbalones tenemos a don
Ernesto Zedillo, cuando en la campaña presidencial de 1994 confesó “Me gusta
que me digan la neta”. Se hace presente en mi reminiscencia otro Ernesto “La
Titina” Domínguez, un amigo entrañable de la generación que me antecede. Logré tratarlo
porque estaba por dondequiera. Grande de estatura, moreno de color y de
carácter alegre; comedido cortesano y cordial organizador (con su clan de
amigos) de todas las fiestas públicas y privadas de nuestra ciudad. Hay gente así, como las flores que muestran
sus detalles, sentimientos y emociones, como pétalos. Ernesto “telenovela”
Alonso, Ernesto “El Che” Guevara”, Ernesto “La Pinga” Olguín. “Ernesto”, esa depresión tropicalona que nos cubrió hace
un par de meses con lluvias torrenciales, viento fuerte y charcos por donde
quiera, terminando en susurro de palmas y ternura de brisa.
Pero bien, el asunto aquí es que hace un par de días platiqué con
Hernesto González Nazario, buscando saber el motivo por el cual se estaba
pidiendo su baja. Debo confesar que me interesó su trato y sus modales. El
secretario municipal es una dama, en atención y cortesía. Muy fino, como la
punta de su calzado. Cierto que sus respuestas son lacónicas, pero resulta
obvia su reticencia a platicar con extraños, sobre todo si los cuestionamientos
versan sobre su idoneidad. Amable a secas, titubeante y reservado. Argumenta ser
de esta ciudad y que tiene su domicilio en la calle Hidalgo sin número, aunque
se menciona en los corrillos que proviene de Cosoleacaque por alguna especie de
intercambio político. Dice, Hernesto, que ha trabajado en Xalapa, no se acuerda
del lugar exacto ni que tiempo prestó sus servicios anteriormente pero debe ser
porque su labor no fue muy significativa; tampoco recuerda le fecha en que tomó
posesión en este ayuntamiento y todo se comprende porque sabemos que luego es
costumbre cambiar las fechas, alterar los datos y las actas y nadie sabe quién
es, ni para qué diablos sirve. Esquiva, Hernesto, su mirada medrosa, como una doncella,
como un ave que renace, como el viento que enloquece…Renuncié a mis preguntas
para que se escabullera con una soflama ingenua e inocente. Se comprenden los requiebros y la vacilación,
no está autorizado para soltar prenda íntima, a persona extraña; entiendo que
con los de confianza si se puede, además que seguramente todo aquello que no
sea de importancia para la alcaldesa le produce prejuicio y, se adivina, que no
quería abrir demasiado la boca. Como en las escenas del cine mexicano clásico
donde, la chica de pueblo, muerde su rebozo y se chivea.
Hernesto, es cierto, fue contratado por Fabiola para servirle a
ella. Eso es lo que hace: Recibir órdenes de su jefa, y sus órdenes son no
proporcionar informes ni documentos a persona ajena a la presidenta. Los ediles,
que ahora piden su cabeza, tenían motivos de sobra para impedir su nombramiento
pero no querían aun ponerse contra la patrona. Ahora que les entró la jiribilla
de rebelarse pues la otra ya tiene la sartén por el mango, con algunas aliadas y
vasallos que son una vergüenza cada vez que hacen declaraciones.
Digo esto como giro al conocido conflicto de la presidenta municipal
con algunos regidores, Alejandro González ( PRI ), Gonzalo Lara Cruz ( PRD ),
Norma Diz Reyes (Convergencia), Juana Pastora Benítez Martínez ( PAN ), Ángel
Reyes e Isidro Lagunes (Nueva Alianza ), quienes estaban solicitando la
renuncia de los dos principales funcionarios de confianza del ayuntamiento,
argumentando que han sido muchas las fallas en que han incurrido tales
empleados; sin embargo al parecer se ha dado marcha atrás a la parte principal del pliego
petitorio, toda vez que aunque se continúa en la solicitud de la destitución de
“nuestro” Hernesto González Nazario, se habla de que han declinado respecto a
la tesorera Delia Reyes Rodríguez. Los motivos de tal retirada se desconocen,
el asunto es por la del erario ya no hay problema. Todo eso, parece no importarle
a doña Fabiola, quien aparenta no preocuparle en lo mínimo el intento de
rebelión. Sabedora de lo que son sus alas, pone la cara adusta al cabildo,
aunque los acuerdos crujan. Ella, a lo suyo, recauda las firmas que necesita en
cuanto al despacho corriente: Cuando se cansa se para y canta y hasta parece
que está rumiando, luego se aleja y se va ignorando, sólo dios sabe que va pensando…
¿Quién tiene la culpa?
Nos guste o no, la señora Fabiola, es la presidenta
municipal, eso es suficiente para quienes nos llamamos institucionales. Ya lo
de sus desplantes de poder, sus
ausencias de palacio y su manera de administrar los dineros del
presupuesto de los acayuqueños, resultan un privilegio que se obsequia,
ignorando el significado taxativo de ser el “primer mandatario” -el que hace
los mandados- Ella manda porque pa´ eso la pusieron y ahora ella gobierna solamente
para quienes le aplauden.
Claro que todo esto nada tiene que ver con una juiciosa administración,
porque los cuerpos de contraloría subrogan las anomalías administrativas de las
hermanas Vázquez; nadie las audita, nadie revisa o inspecciona físicamente sus obras…
la memoria me acarrea material de los casos históricos de intervención fiscal a
la tesorería pero lo dejamos para otras entregas. Ellas han sabido sortear obstáculos
y no veo quien le ponga un remedio. Acaban de obtener un pírrico triunfo en las
elecciones pretéritas, que da lugar a una nueva versión de ese descargo
burlesco del “haiga sido como haiga sido”, que sólo ha servido de tapadera para
quienes se mofan de la prole.
El grupo de los seis parece no saber lo que persigue; quizá pudieran
ver claro buscando por el rumbo de la transparencia: Esta significa el deber de
las autoridades de realizar sus acciones de manera pública, como un mecanismo
de control del poder y de legitimidad democrática. Debe ya reflexionarse que
nuestro palacio municipal no puede ser el refugio de los amigos o de la
servidumbre doméstica, se tiene que dignificar el servicio público; echémosle
un ojo a las diferentes asociaciones y clubes para comprender para qué sirve la
voz y el voto. Apliquemos el liberalismo político como una disposición firme a
respetar tanto a las mayorías como a las minorías.
La administración municipal que padecemos, viene quedando a deber a
los vecinos esa información que debe por ley dar a conocer. Nadie sabe nada en
Acayucan, de manera oficial, por eso el pueblo vive en la especulación y la
falacia. Ya basta de inventos y
disfraces: ¿para qué es ese basamento de la entrada de nuestra ciudad? ¿Por qué tal abandono del parquecito
Constitución? ¿Cuándo se van a reponer las doce bancas que faltan en el parque
Juárez? ¿Un mural en el costado norte de
nuestro palacio? ¿El techo de la cancha de Cruz Verde?
La información debe ser difusión obligatoria, es decir, no se tiene
que solicitar, sino que tiene que estar disponible para la libre consulta. Listas,
nominas, la plantilla de trabajadores, la preparación académica y experiencia
de los funcionarios, los informes de gestión financiera, las licitaciones, la
obra pública directa, contratación de bienes y servicios y presupuesto de
egresos. Comisión de funcionarios a otras áreas del Ayuntamiento, los costos de
viajes y viáticos, acompañantes, los tipos de permisos, licencias y
concesiones. Esto son sólo algunos de los temas que deberían subirse a
determinada sección de transparencia de la página web del Ayuntamiento. Si no
existe, que se ordene la creación. La transparencia pública es una virtud que
regala seguridad, inspira fortaleza y claridad de ideas. Si la transparencia fuera
realidad en Acayucan aprenderíamos a llamar las cosas por su nombre y distinguiríamos
quién merece nuestra confianza. Hay que
recuperar el prestigio de la política, educando a nuestro pueblo, sobre todo el
testimonio personal más que por las palabras.