COLUMNA: CLAROSCUROS
Por: José Luis Ortega Vidal
(1)
Con “paciencia de Job”, se darán las condiciones para
hacer el balance detallado de lo que fue el gobierno de Felipe Calderón
Hinojosa.
El análisis sobre el trabajo del segundo presidente
panista en la historia de México, se vinculará en muchos sentidos y en
múltiples aspectos al de su antecesor: Vicente Fox Quesada.
De “la martita” a la guerra de los 60, 80, 100 mil
muertos –las cifras varían según el cristal con que se mira- que además de
constituir un dato espantoso, simbolizan el dolor sin remediio de un país
bañado en sangre.
Del “eso lo resuelvo en quince minutos” a los doce años
sin crecimiento económico; sin avance en la generación de empleo; sin un ápice
de desarrollo en materia de justicia social.
Del “hoy, hoy, hoy”, al recorrido de despedida inaugurando
obras incompletas; a las visitas ligadas una tras otra al Veracruz despreciado
por la enemistad con sus gobernadores.
El pueblo por donde entró la conquista, el encuentro de
dos mundos, el encontronazo de dos mundos, la invención de América -o como se
desee conceptualizar al nacimiento del país mestizo que somos- es mucho más que
políticos y política.
Los motivos por los cuales la gente que votó por su bandera en el 2006 hizo optó por lo correcto, frente al número ampliamente superior de quienes no confiamos en él.
El deseo de habernos equivocado estuvo presente desde el
primer segundo aquel primero de diciembre, seis años atrás. Y nos decíamos:
-Ven Felipe, demuéstranos que cometimos el grave e
injusto error de no haber votado por ti. De haber pensado que contigo llegaba
al poder una regresión histórica: el conservadurismo torpe, hipócrita, que no
es ni fiel a sí mismo; que se miente cada día al fingir que reza y hacer como
que no peca.
Ven Felipe, pon sobre la mesa de los resultados el rostro
de un país más justo, más equitativo, con una reforma educativa que acabe con
el analfabetismo, que haga realidad la primaria, la secundaria y el
bachillerato universal no sólo en la oferta dotada de la infraestructura necesaria,
sino en los resultados concretos, estadísticos; sin un solo mexicano alejado de
ese nivel escolar.
Visítanos Felipe: platícanos que venciste a la mafia de
los sindicatos; que te impusiste a los intereses de la oligarquía económica y
financiera que otorga a unos cuantos cientos de familias el goce de la riqueza
nacional.
Visítanos Felipe: dinos que colocaste la última piedra
del último hospital dotado de laboratorios, medicamentos, salas de operación,
médicos y enfermeras suficientes y especialistas de todas las áreas en cada
entidad de México.
Y este día llegó, tras enterarnos que en días pasados -en
el ocaso de su fracaso- de última hora vino a Veracruz a inaugurar una planta
criogénica de PEMEX en Poza Rica y poner en marcha una carretera privada, cara
y con acabados pendientes entre Xalapa y Perote.
El sureste de México sigue tan pobre como cuando
entraste.
El resto del país sobrevive en una economía cuyo mayor
logro es no estar peor.
Los apellidos que tienen endosada a su favor la factura
de México siguen siendo los mismos y sólo pudiste añadirle dos nombres: el tuyo
y el del “Chapo” Guzmán.
(3)
En tu reciente visita a Veracruz, Felipe, no causaste
decepción a la mayor parte de los veracruzanos. Tu visita no dio ni para eso.
Aquí perdiste y de ti sólo se esperaba una sorpresa que
hace mucho tiempo se perdió en el mar de las promesas que le hiciste al país y
que no cumpliste.
Tu visita reciente fue la del gorrón que se invita solito
a la fiesta y sonríe mientras recibe un desdén discreto.
Entraste, te comiste el platillo y el refresco que este
pueblo noble le da a todos sus visitantes y tu partida –lo mismo que tu
llegada- no tuvo mayor trascendencia.
Eso sí, en Veracruz como en el resto del territorio
nacional saber que hoy es tu último día como gobernante constituye un alivio
porque encabezaste un gobierno que en la historia de México tendrá algunas
similitudes con el papel de Victoriano Huerta al frente de la República: por la
sangre derramada, por el ego insaciable, por la traición a ustedes mismos y –en
tu caso- a quienes vieron en ti la certeza de un avance social que nos urge y
que no llega.
Huerta llegó a poder tras la Decena Trágica.
Vicente y tú, Felipe, han sido protagonistas de la docena
trágica.
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