jueves, 8 de agosto de 2013

Las mujeres en la historia del Sur de Veracruz: Las Invisibles


Entrevista con el antropólogo Alfredo Delgado Calderón.
(Tomado de la revista PRAXIS)

*Visión y revisión de la historia de Veracruz, ¿re escritura?

*La participación de las mujeres  en gestas independentistas y revolucionarias en  la región Sotavento y sus luchas por sus derechos  ciudadanos, sociales y políticos

*La sublevación de 1877 en Acayucan, precursora de la Independencia de México; encabezada por una mujer indígena acayuqueña, Ana Pascuala “La Filota”, quien exigió los derechos de los pueblos indígenas. 

*Acayucan, históricamente tierra de rebeliones y de movimientos sociales, algunos encabezados por mujeres. Contradictoriamente, en la actualidad, el sector femenino y otros, pasivos a las actuales circunstancias del país y del estado. Delgado explica los motivos, también históricos.

 Por: Rubén de Leo Martínez.

Para el antropólogo Alfredo Delgado Calderón (Cuautla, Morelos 1962) la historia es esencialmente masculina. En el devenir histórico del país y del estado,  las mujeres son las grandes invisibles, como otro sector de la población que le dio identidad a Veracruz: los negros.

Al igual que la raza negroide (no explica el estudioso si por razones racistas) el sector femenino, sobre todo en el Sur  de Veracruz, -conocido históricamente como El Sotavento- fue excluido y marginado de la acción historicista, a pesar de su activa  participación en hechos históricos. Sin embargo, nuevos datos históricos revelan que fue una mujer quien en 1787, junto con otras indígenas, encabezó una rebelión en Acayucan, considerada  precursora de la Guerra de la Independencia de México.

El autor de varios libros de antropología social y culturas populares, asombrado por la riqueza histórica, cultural y geográfica del Sur de Veracruz, donde radica desde hace más de 15 años para estudiar diversos fenómenos propios de su quehacer antropológico y arqueológico,  hidalga a las mujeres como “Las Invisibles”.

En una larga, pero amena entrevista en los portales de Acayucan, entre sorbos cortos y a veces largos de café, el responsable del cuidado del patrimonio histórico y antropológico de los veracruzanos se saca la espinita profesional.

A modo de confesión y mea culpa, reconoce –incluyéndose- la omisión de los especialistas en la exclusión del estudio de las mujeres en acontecimientos no sólo históricos, si no culturales y sociales. Es una especie de deuda histórica con la región sotaventina, a la que mucho se le debe por sus aportaciones a la conformación republicana y federalista.

Una de las grandes omisiones de investigadores, historiadores, antropólogos, arqueólogos y sociólogos –por la cultura patriarcal del país- fue la de no saber mirar la figura femenina como un destacado personaje histórico, activo en los movimientos sociales del país, inclusive en sus episodios más álgidos, como fueron las  gestas de la  Independencia y  de la Revolución Mexicana, su participación en la lucha agraria y  en la defensa de la soberanía nacional.

La entrevista transcurre sin prisa en un café de Acayucan, en los tradicionales portales,
un espacio que muchos lugareños desconocen como histórico. No sólo por estar situado frente a la plaza central, sino por los acontecimientos ahí suscitados.

-Alfredo, ¿Por qué en la historia de Veracruz las mujeres siempre han sido “Las Invisibles”, como usted dice?

-Porque no la sabíamos ver, hasta hace poco. Yo tampoco las veía, pero ahí están ellas, pero no la sabíamos ver, no la tomamos en cuenta, ni tampoco las estudiamos. ¿Por qué? Porque, como los negros, ahí están presentes, pero son invisibles.

Un buche más de cafeína para decir  las verdades históricas, basta para que el autor de Historia, cultura e identidad en el Sotavento, se explaye en lo que ya parece una charla de camaradas, cada vez más confesional.

  -En mi trabajo con las mujeres, en la historia, sobre todo, en el Sur de Veracruz, hay un tema pendiente: verlas, porque ahí están en los documentos (históricos), pero la pasamos por alto, no las vemos, porque la historia es esencialmente masculina, como si los hombres fueran los únicos participantes en la historia”.

Y ante una especie de catarsis profesional, como un desnudo interno, una liberación que de algo que pesa desde hace años en las espaldas, en los hombres, reconsidera su postura ante la avasallante mayoría de las féminas:

-Actualmente, en mi trabajo de investigación, estoy viéndolas con otros ojos, revisándolas en los documentos, en los archivos históricos, -afirma con un martilleo en el aire, a puño cerrado, como si tratara de reafirmar sus palabras, cada vez menos audible ante el bullicio de los comensales en el café. (Al fondo, el chillido de un infante como ratón).

Las manos de Alfredo no le bastan para explicar lo que su boca dice: entre lo que antes apretados dientes, ahora la suelta mandíbula le alarga el rostro y a menudo la lengua para decir lo que antes callaba y simulaba no mirar. (Al menos así lo percibí a través de la mirada que iba soltando destellos en la medida en que profundizaba en el tema).

- Dígame, y usted, ¿cómo se pone a mano?

- Estoy trabajando un libro sobre la participación de las mujeres del Sur de Veracruz en la historia regional, sobre todo en las etapas previas a la independencia y a la revolución.

-¿Es una especie de reivindicación?

-Sí, claro. Estoy trabajando en eso. Porque las mujeres han sido las grandes relegadas de la historia nacional. No aparecen en los documentos históricos, porque difícilmente tomaron las armas. La presencia de ellas, su participación en la historia, fue indirecta, dejaron testimonios y soportaron acciones de más de 30 siglos de historia en el Sur de Veracruz.

-¿Cómo aprendió a ver a estos sectores de la población veracruzana, relegadas de la historia, tanto a las mujeres como a los negros?

-A los negros aprendí a verlos en un proyecto llamado “La Tercera Raíz” de la Dirección General de Culturas Populares Región Sur (de la que Alfredo fue director).
A las mujeres, cuando estaba escribiendo sobre la Revolución. En ese entonces  la doctora Margarita Dalton, me cuestionó: -Alfredo, las mujeres ¿dónde están? Y yo le respondí: maestra, las mujeres no lucharon. Claro que no lucharon -me dijo- pero ahí están. Pero no están en los documentos, le refuté. Y sí  están pero no sabía verlas. Efectivamente, cuando puse otra mirada en los documentos, las vi. Noté no sólo su presencia, sus ideas, su participación.

-Cuénteme, ¿Qué fue lo que más le impactó al revisar esos documentos históricos en los cuales descubrió la participación activa de las mujeres en distintas acontecimientos históricos del estado?

-A mí lo que más me impactó fue que me topé con una mujer extraordinaria, una indígena que encabezó la rebelión de 1787, en el antes Cantón de Acayucan. Además me la volví a encontrar en una fecha especial, un 22 de octubre de 1987, el día que  se cumplieron justamente 200 años de aquella sublevación. Esto para mí, fue algo extraordinario, yo lo vi como una señal. Esa mujer, Ana Pascuala, alias “La Filota”, me estaba pidiendo que la diera a conocer. Entonces por eso escribí un folleto que se llama “Acayucan, tierra sublevada”. Al revisar archivos encontré varios documentos de ella, y descubrí  que los hacendados de la época la odiaban. Recuerdo una carta de un hacendado de Acayucan que le mandaba a otro y le decía textualmente: Ayer fue el día más funesto de la historia de Acayucan porque regresó la maldita Filota. Entonces me pregunté: ¿qué hizo ese día La Filota para que fuese el día más funesto de la historia de Acayucan? Entonces me puse a buscar en el Archivo de Tlacotalpan que estábamos rescatando en ese momento y encontré más de 20 cartas, órdenes militares y documentos oficiales que hace referencia de esa rebelión indígena.

Anochece. Una pertinaz llovizna cae sobre Acayucan. Una tenue neblina surge de la nada,  como de repente la lluvia tras un recio día de sol. Influyen en los pobladores, en las plantas, en los animales. El ambiente es otro. Este es el marco geográfico y social que mantiene cautivado a Alfredo Delgado, un tanto obsesionado, entercado con el pasado y el presente del Sur de Veracruz, por donde vive y anda en diversos proyectos personales, profesionales.

La entrevista que transcurre hasta las cero horas, se torna cada vez más profunda. Los personajes investigados por el antropólogo, parecieran estar presente en esta atmósfera geográfica de por sí insurrecta.
Alfredo Delgado Calderón, se adentra revelando datos inéditos de la historia regional.

Sus continúas inclinaciones de cabeza, los movimiento de sus manos, el mentón alargado por la charla y su abdomen expandido contra la mesa empujándola, confirman la contundencia de sus revisiones históricas, de sus investigaciones que pronto serán dadas a conocer en la publicación de un libro ahora en prensa.

Por lo pronto, suelta prenda –primicias pues- ya que adelanta datos reveladores que ponen de manifiesto la tergiversación de  la historia veracruzana, su manipulación política a favor de ciertos personajes que entrevista final desnuda el delegado del INAH Veracruz.

Ya calmo el bullicio cafecino, como así la ventisca fresca de enero y el tupido chipi-chipi, ahora ya en corrientes por la calle Hidalgo abajo, Alfredo suaviza el timbre de su voz emocionada y, siempre mirando a los ojos de su entrevistador, abunda sobre la referida rebelión de 1787,  aún desconocida en Acayucan:

-Esta rebelión indígena –a diferencia de otras suscitadas en el país- fue muy importante porque tuvo grandes repercusiones. Fue importante, no sólo porque la encabezara una indígena acayuqueña, sino porque obligó a la Armada de Barlovento a replantear sus estrategias de defensa, quien era el que defendía únicamente el puerto de Veracruz y tuvo que abandonar su puesto de defensa para sofocar la sublevación en Acayucan. En este mismo año hubo dos rebeliones indígenas, una en Papantla y otra seguida en Acayucan. De manera que la Armada de Barlovento no se dio abasto para cubrir los dos extremos de la Intendencia de Veracruz, hoy el actual Estado.

Entonces –dice mientras un trago más de cafeína dilata sus pupilas- se dan cuenta que tuvieron que irse a Papantla y luego a Acayucan, dejando desprotegidos el puerto de Veracruz que era la principal entrada a la Nueva España  que sufría continuos y severos  ataques piratas.

Si los ingleses, franceses o cualquier otra armada pirata hubiera atacado el puerto de la Nueva España  (hoy  puerto de Veracruz) lo hubiera hecho con una mano en la cintura porque no había quien lo defendiera, estaba totalmente abandonada porque la Armada de Barlovento estaba ocupada en Acayucan y en Papantla sofocando rebeliones indígenas que parecían extenderse a otros lugares del Sotavento histórico.

Alfredo Delgado recalca que estas rebeliones continuas en el Sur de Veracruz se suscitaron 30 años antes de la Independencia de México, por lo que considera a estos movimientos sociales como los precursores de la guerra independentista mexicana, en la cual la indígena acayuqueña Ana Pascuala “La Filota”, jugó un papel muy importante, incluso, superior al que desempeñó Josefa Ortiz de Domínguez.

Con esmero explica este suceso histórico: en esta época (1787), el régimen español estaba gobernado por Los Borbones y estaban haciendo una reconfiguración administrativa del Reino de España, del imperio español, prácticamente. Era un momento en que España estaba enfrentada a Francia y a Inglaterra. Entonces, no se podían dar el lujo de descuidar el principal puerto de la Nueva España y uno de los principales en América. Sin embargo, tuvieron que hacerlo porque una señora acayuqueña (Ana Pascuala) se le ocurrió exigir los derechos de los pueblos indígenas al Alcalde Mayor de aquel entonces.

-Entonces, ¿es la primera rebelión en contra de las autoridades de la Nueva España y la primera de los movimientos indígenas para exigir sus derechos?

-Sí. Yo lo veo como uno de los movimientos precursores de la Independencia. Si Acayucan fue precursora de las luchas revolucionarias, también fue precursora de la lucha independentista. ¿Por qué? ¿Qué pedían los indígenas en ese momento? Que pudiesen nombrar a sus autoridades, sin la intervención del Alcalde Mayor y de los  otros.  Estaban pidiendo una autonomía, exigían que se les abolieran varios impuestos que no tenían razón de ser. Pedían que los usos y costumbres de los pueblos indígenas tuvieran tanta validez como el de las leyes españolas. ¡Prácticamente estaban pidiendo la independencia! Y lo lograron, porque en ese momento expulsan a los españoles que vivían en Acayucan. Durante 14 días los indígenas mantuvieron el gobierno en el poblado, un gobierno indígena, en la cual expulsaron a los españoles y a los mulatos, en ese momento la población de Acayucan estaba conformada por el  30 por ciento de afromestizos.

Ese suceso inédito fue muy importante,  como lo que, en una rebelión, las mujeres participaran a lado de los hombres, exigiendo sus derechos. Eso se refleja cuando vienen los españoles a hacer aprehensiones, dentro de los más de 60 presos que se llevaron, 23 eran mujeres. ¡Las mujeres participaron activamente en esa rebelión! Se enfrentaron a los españoles y a los milicianos negros que estaban armados con mosquetes, ellas sólo se armaron con piedras y flechas ¡y los dominaron!  En ese momento, lo que más temían las autoridades españolas es a que los negros se unieran a los indígenas en contra suya, por eso los dividieron y los enemistaron. Así aprovecharon a seguir explotándolos. El militar que vino a reprimir esta rebelión fue el coronel Miguel del Corral,  quien fue el abuelo de Sebastián Lerdo de Tejada.

-En la revisión de las cartas y órdenes militares encontradas en el Archivo Histórico de Tlacotalpan,  ¿qué luces arrojan sobre la Rebelión de 1787 en Acayucan y de la participación de las mujeres indígenas, sobre todo de “La Filota”?

-Mira, no son los únicos documentos que hablan de esta rebelión y el operativo para reprimirlo. Hay varios expedientes en el Archivo General de la Nación -en los ramos de Historia, Generales,  Indios y Alcaldes Mayores- y en el Archivo de Indias de Sevilla. Ahí se ve que esta sublevación preocupó mucho al imperio español de ese entonces.
Al revisar esos documentos históricos observé que no era la primera vez que “La Filota” se rebelaba y que participaba activamente a favor de los indígenas. Justamente 10 años antes provocó un escándalo porque  enfrentó al Alcalde Mayor de Acayucan, en ese tiempo  a  los Gobernadores de los Naturales que se habían atrevido a exigir el pago del trabajo que la República de Indios habían hecho para reparar las casas reales.
El Alcalde Mayor no lo quiso pagar, por el contrario, amarró a los indígenas en lo que hoy es el parque central, los tuvo todo el día y los mandó azotar. Cuando “La Filota” protestó el acalde mayor le aplicó el mismo castigo y la encerró 48 horas en la cárcel de Acayucan. Ella, en vez de quedarse callada, hizo algo extraordinario, se fue caminando hasta Santiago que era la Cabecera de Los Tuxtlas y lo denunció al Provisorato de Naturales. De manera que el alcalde mayor fue multado y obligado a renunciar. Sin embargo, como tenía componendas con los hacendados del lugar, logró que la justicia saliera en contra de “La Filota”, quien, junto con su marido tuvo un año presa en el puerto de Veracruz.
Luego, el marido de Ana Pascuala, instigado y apoyado por ella, estuvo defendiendo las tierras comunales de Acayucan, que le había quitado la Hacienda de Corral Nuevo, que en ese momento la tenía Joseph Quintero, el yerno de Juan Bautista, uno de los grandes caciques que ha tenido Acayucan.

-Por lo visto, Ana Pascuala es un personaje histórico muy interesante, pero dígame, ¿Qué más datos encontró sobre de ella y la rebelión que encabezó? ¿Qué sucedió?

-Ana Pascuala, “La Filota”, por más de diez años estuvo defendiendo los derechos indígenas, luchando activamente, a pesar de que estuvo presa muchos años. Después de la rebelión de 1787, la volvemos a encontrar  -presa todavía- en 1801, en San Juan de Ulúa. Estuvo  como 16 años encarcelada por defender a los indígenas. Es ahí es donde le pierdo la pista, no sé que pasó con ella. Pero, una líder indígena de este calibre, con todo lo que sucedió, es algo extraordinario.

-Por supuesto que en esta rebelión precursora a la Independencia participaron otras mujeres instigadas por “La Filota”.  

-Por supuesto que  sí,  participaron muchas mujeres que la siguieron, a igual que hombres.  Fue una extraordinaria mujer de lucha y resistencia. Muchas mujeres la siguieron, por lo menos logré cuantificar 20 mujeres que la apoyaban, incluso sus hijas que ya estaban grandes. A “La Filota” la encontramos en el censo de 1777, realizado aquí en Acayucan. Tuvo sólo dos hijas y se casó con Hugo Reyes. Para 1777, ya tenía 35 o 40 años. Es decir, la señora ya estaba grande, sin embargo era aguerrida. ¿Por qué digo que estaba grande? En aquéllos tiempos la esperanza de vida era de 35 años, sin embargo, parece ser que la señora llegó a vivir 50 años. Rebasó el promedio de vida. Sus inquietudes marcaron, por lo menos 15 años de la historia de Acayucan. Los hacendados españoles  y las autoridades españolas les tenían miedo porque ella podía movilizar a la masa indígena, que por pleitos legales, emprendió rebeliones. Ella buscaba defender los derechos indígenas de la República.

-¿Cómo se regía esta República de Indios en Acayucan, eran totalmente autónomas?

 -Era un gobierno especial que tenían los indígenas. Se les llamaba república pero eran gobiernos comunitarios que estaban reconocidos por la Corona Española. Los indígenas cada año -el 31 de diciembre, por voto directo- nombraban a su gobernador de naturales y a sus autoridades, pero el cura y el alcalde mayor, tenían que avalar o no a los que resultaban ganadores. Si lo aceptaban le daban el bastón de mando. Acayucan que era Alcaldía Mayor tenía 18 Repúblicas de Naturales o Repúblicas de Indios que comprendía todo el Sur de Veracruz hasta Huimanguillo, Tabasco. Después, en el siglo XIX,  posterior a la Independencia se llamó Cantón de Acayucan.

-¿Qué motivó a “La Filota” a rebelarse en contra de las autoridades de la Nueva España?

-No sabría decirte, todo lo que yo sé es lo que escribieron de ella, las autoridades, el Alcalde Mayor, los hacendados. No encontré un solo escrito de ella. No sé si sabía leer y escribir, lo dudo. No sé qué la motivó, pero lo más seguro que fueron las condiciones de explotación de los indígenas que estaban bajo un sistema que llamaba Aparcimientos  que consistió en que los españoles le otorgaban ciertos créditos a los indígenas para la siembra, como semillas, herramientas, pero luego se los cobraban al triple o con sus cosechas o tierra, de manera que le sacaban hasta el 600%  de ganancia. Era una explotación tremenda, pero estaba tolerada por la Corona Española, A eso todavía hay que agregar que los indígenas y los negros tenían que pagar tributo, tres veces al año. Además, tenían que brindar servicios gratuitos a los estados españoles, como construcción de corrales, aseo de casas, componer los caminos, cuidar los animales, prestar el servicio de pasajeros, cruzar en sus cayucos a los viajeros, de un lado a otro de los ríos, sin cobro alguno. Y por si fuera poco tenían que dar de comer también a los viajeros, uno de ellos, era el Alcalde Mayor. Eran explotados por todos lados.

-Además de este hecho histórico, ¿cuáles son los otros registros históricos que se tiene sobre la participación de las mujeres en movimientos sociales?

-Después de la Rebelión de 1787 en Acayucan, ninguno. Es hasta  finales del Porfiriato donde  hay registros de participación femenina en movimientos sociales en la región, y en varios lugares del estado de Veracruz. Ya  en la Revolución encontramos varias mujeres participando,  muchas de ellas activamente en la insurrección de 1906, también suscitada en Acayucan, donde inició la Revolución Mexicana, por eso a esta ciudad se le conoce como Cuna de la Revolución Mexicana.

En la Rebelión de 1906 en Acayucan varias mujeres participaron de diversas maneras:

En el periodo de la Revolución Mexicana se les ve a muchas mujeres campesinas e indígenas firmando actas para cambiar a las autoridades porfirianas, una vez que renuncia Porfirio Díaz. En los archivos me encontré la actuación de mujeres en Acayucan, Soconusco,  Oluta,  Jáltipan y Playa Vicente, participando en plebiscito para cambiar a las autoridades. Encontré también que  1918 un grupo de mujeres de Jáltipan exigían su derecho al voto que se logra el periodo de Adolfo Ruiz Cortines. Sin embargo, en 1918 ya lo estaban exigiendo las mujeres en esta zona y la gente de época decían que esas señoras estaban locas porque en ese tiempo las mujeres no tenían  ni voz ni voto en ninguna asamblea.  
De las mujeres que me acuerdo son: María Vasconcelos, doña Teódula Alor, son varias las que están participando, mandándole telegramas a Francisco I. Madero, presidente Interino Francisco León Abarca, al secretario de Gobernación, Francisco Vázquez Gómez, fueron mujeres muy aguerridas.

Para también el arqueólogo Alfredo Delgado las mujeres del Sur de Veracruz no tomaron las armas en la lucha revolucionaria, como combatientes, aunque en Acayucan existió una coronela que luchó a lado de Pedro Carvajal. La mayoría de ellas participaron de otra forma: en la gestoría,   llevando recados y alimentos a los revolucionarios o escondiéndolos en situaciones de peligro. Otras defendieron a sus esposos e hijos que eran tomados presos o llevados forzadamente a la leva. Incluso, hay hallazgos de documentos donde solicitan a Porfirio Díaz y a su cónyuge liberarlos. Es decir, no participaron directamente en la lucha armada, no hay registro de combates femeninos.

Estas mujeres del sur veracruzano, sobre todo las de Acayucan, las de Jáltipan, Jesús Carranza, Chinameca, entro otros, estuvieron presente en todos los movimientos revolucionarios que pasaron por Acayucan: huertistas, maderistas, carrancistas, zapatistas, obregonistas. Participaron a lado de líderes revolucionarios, como Fernando Rosado, Pedro Martínez, Hilario C. Salas, Nicanor Pérez (1927), Pedro Carbajal, Guadalupe Ochoa (1918), Manuel Paredes. El movimiento revolucionario en la región fue el de “Los Maloteros”  que encabezó Pedro Carbajal, quien, junto con otros, defendió las causas agrarias, como la defensa de las tierras comunales de Malota que fue arrebatada por la Hacienda de Corral Nuevo.

El antropólogo -quien actualmente realiza diversos trabajos de investigación,   rescate y salvamento arqueológico en 18 municipios de la región- aclara que a pesar de todos estos movimientos revolucionarios y agraristas el reparto de tierra se hizo de manera tardía en Acayucan, hasta 1948-49.

Sin aclarar si grupos femeninos estuvieron presentes en liderazgos de las escuelas rurales, señala que, según documentos revisados en los archivos históricos, la participación femenina se acentúo durante el tiempo en que las tropas carrancistas acantonaron en la región (Coatzacoalcos, Chinameca, Acayucan, 1918) para preparar a incursión al Istmo de Tehuantepec, para la recuperación de armas tomada por huertistas. Este contingente iba al mando de Jesús Carranza, hermano de don Venustiano Carranza. Se estableció por un tiempo en ese entonces llamado Puerto México (Coatzacoalcos) y en Santa Lucrecia, hoy llamado Jesús Carranza, en su honor a su nombre y sus acciones realizadas por esa zona del sur veracruzano. En este periodo un grupo de mujeres de la región siguieron a líderes revolucionarios carrancistas, como fue Cándido Aguilar, Heriberto Jara, entre otros. Desafortunadamente, Jesús Carranza fue asesinado en la región, al caer preso y someterlo a negociaciones con su hermano, si demitía del movimiento.
“Pero Acayucan sirvió de base de las tropas carrancistas en la que mujeres de este lugar apoyaron el movimiento, sobre todo al general carrancista Raúl Argudín. Todos ellos son héroes revolucionarios desconocidos, no aparecen en la historia oficial, únicamente aparecen Hilario C. Salas y Miguel Alemán, quien fue general pero en la región del Sotavento, en el Sur de Veracruz, en Acayucan, no luchó, sí lo hizo en el norte del país, en Córdova, en Xalapa,  pero aquí. Su importancia fue después de 1928”, aclara el estudio de los movimientos sociales del Sotavento.

-¿Entonces, cuál fue la participación del general Miguel Alemán en la región?

-Acá no luchó, es  mentira que sí lo hizo. Miguel Alemán no luchó por la tierra, quien diga eso, miente. Al buscar las órdenes militares en los archivos, nos dimos cuenta que en ningún momento Alemán lucho por la tierra. El empieza a luchar tardíamente en 1920. El mito que participó en 1906, en 1910 ¡es mentira! En ninguno de esos movimientos participó. ¿Por qué? Por que si nos vamos al Archivo de Sayula vamos a encontrar que el señor estaba como encargado del Registro Civil hasta 1912. En cambio, en 1906, varias mujeres sí participaron activamente en el rebelión de 1906 suscitada en Acayucan. En Chinameca también hubo un grupo de mujeres insurgentes a las que se les conoció como “Las Alzadas”. Todos ellas sí participaron, pero Miguel Alemán no, quien diga eso, miente.

-¿Cuáles fueron las características de estas mujeres alzadas que lucharon por la tierra, a diferencia de la que encabezaron la rebelión de 1787, también en Acayucan?

-Tenían una gran diferencia, sus diferencias eran ideológicas, eran mujeres ilustradas, estaban en el Partido Liberal Obregonista y no era la soldadera común que va siguiendo al marido y que hace lo que él dice. No. Ellas tenían sus propias ideas, de lo que quería hacer y sabían lo que querían.

-¿Coinciden con la ideas de los hermanos Flores Magón, de Guillermo Prieto?

-Más de los hermanos Flores Magón, sobre todo de Ricardo. Aquí se vivió el magonismo en dos etapas: la anterior a 1910 que en la región tuvo su máximo esplendor en 1906, en el que se estuvieron levantando liberales en los años siguientes, 1907, 1908, 1909, 1910 y la otra,  posterior al maderismo y la que los hermanos Flores Magón se dividieron. Ricardo se vuelve anarquista  y su hermano Jesús se queda con los contingente liberales del sur de Veracruz. 
Las mujeres del Partido Liberal eran muy aguerridas y leídas, leyeron el periódico Regeneración y otro que había aquí que se llamó “Juan Panadero” que por cierto estaba dirigido por una mujer, Guadalupe Rojo. Obvio eras mujeres escribían con pseudónimos, porque si lo hacían con nombres de mujeres, nadie les iba hacer caso. Ya con Madero, doña Sara Pérez de Madero, crea varios clubes maderistas y de so hubo un club en Acayucan, otro en Jáltipan y uno más en Puerto México. Ellas participan muy activamente en los clubes maderistas; posteriormente, con Venustiano Carranza también participaron en diversos actos políticos, sociales y hasta espiritistas. Hubo un movimiento de mujeres que se llamó “Los Espiritistas “que apoyaron, a Carranza y luego Madero.  Este grupo femenino, se les conoció como “Las Sonámbulas”, trabajaban con los espíritus que transmitían mensajes revolucionarios. Era una especie de mujer médium que canalizaba mensajes revolucionarios a lo jefes rebeldes, sobre todo a los de la tropa de Francisco Madero. Este último guerrillero era espiritista, masón, creía mucho en los espíritus rebeldes, tradición que viene desde Moctezuma.
Una de estas mujeres “Sonámbulas”  era de Alvarado y se llamó Manuelita Quevedo, quien jugó un papel muy importante en la región.

¿A qué se debe que en el pasado, esta región del Sotavento, Acayucan, sobre todo, haya sido tierra de rebeliones, Tierra Sublevada, como usted le llama? ¿Tiene que ver su posición geográfica?

-Si,  es geografía insurrecta. Tiene que ver mucho con su posición geográfica, puesto que por este lugar, desde la época prehispánica hasta la actualidad, han transitado personas procedentes de diversos lugares, tanto del país como del extranjero. Además de mercancía, por aquí pasaron muchas personas con diferentes ideologías, costumbres, tradiciones. Es un lugar de tránsito para la Península, para el Istmo, para el Centro del país, para otros lugares del sur sureste del país, para Norte y Centroamérica. Por aquí, durante siglos, pasaron un mundo de gente procedente de diversos lugares y dejaron diversos tipos de ideas. Durante la época prehispánica por aquí pasaron los mayas que iban a Teotihuacan y los teotihuacanos que iban a la zona maya. Aquí se desarrolla la primera civilización de América que fueron olmeca, quienes colonizaron todo Mesoamérica. Por aquí pasaron los toltecas que iban a Centroamérica. Durante la conquista y colonización española, por aquí pasaron los españoles y los negros esclavos que iban a Centroamérica y centro del país. Te imaginas cuántas cosas no pasaron por este lugar durante más de 300 siglos. Y siguen pasando gente como ahora lo hacen en masas los centroamericanos, en su tránsito hacia los Estados Unidos. Todas estas personas procedentes de diversos lugares están dejando sus ideas, sus culturas, sus maneras de vivir. Esto explica la rebeldía de la región que es histórica y queda de manifiesto en la cultura popular, en los sones, en la gastronomía, en los fandangos, en la versada del son jarocho, en los corridos que han pervivido y repercutido por ciento de años. Uno de esos antecedentes son los arrieros, los comerciantes que pasaban continuamente por Acayucan. Entonces no es casual que Acayucan sea Tierra de Rebeliones y que la cultura popular este impregnada de africanos, españoles, franceses, italianos, chinos, holandeses y de pueblos indígenas de Mesoamérica.

-¿Pero porque no se ve esa cultura en la que la mujer está inmersa también, de cierta forma?

-Porque la gente no la ve conscientemente. De por aquí pasaron filipinos, italianos, franceses, etc y que dejaron sus apellidos, sus costumbres, lo vemos en la comida regional; otros, influencias en la música, en el baile regional, en las danzas, en el zapateado, en el fandango. Por ejemplo, en la gastronomía del Sur de Veracruz vamos a encontrar influencias africanas, caribeñas, jamaiquinas, centroamericanas. Acayucan es una confluencia de culturas, no sólo de intercambio cultural. Una de las grandes preocupaciones de la Santa Inquisición, en el siglo XVI fue que había tanta variedad de de ideas que no podía meter orden. Aquí  las mujeres y la brujería en la región tuvieron que ver mucho en los movimientos libertarios y la lucha por sus derechos y eso es una resistencia activa que tiene que ver con la cultura popular. No participaron en la vida pública, por lo menos no de manera manifiesta, pero sí en esos espacios, con la música tradicional, en los fandangos y en la religiosidad popular, espacio que les trataron de negarles y hacerlas a un lado. Entonces vamos a encontrar en los archivos históricos a  mujeres que se dedicaron a la brujería, es una manera de hacer presencia, de refugiarse en una autoridad invisible, pero también fue un acto de resistencia, que tiene que ver con una resistencia activa que es la revolución y que se da con las armas, y las mujeres con una resistencia  pasiva, participando  en aquellos actos negados por las autoridades  típicas y religiosas, pero las mujeres están participando activamente. Por eso encontramos a muchas brujas  y adivinas  en aquellos tiempos y por eso vamos a encontrar mucha negras en los fandangos que escandalizaban a las autoridades de la iglesia y a las españolas que tenían la autoridad en ese momento, porque las mujeres participan en fandangos, que bailan y cantan, eso era algo lascivo,  algo que según tenía que ver con la lujuria y el demonio. Entonces ¿A quién van a satanizar? A las brujas y a las fandangueras.
  
-Entonces, en todo este contexto histórico y cultural, ¿cómo se explica  que,  la región Sur de Veracruz, siendo  tierra de rebeliones y de movimientos sociales, esté actualmente  gobernada por caciques y  que su población, tanto femenina como masculina, sean pasivos ante las actuales circunstancias del país y del Estado, sin luchar por sus derechos?

-Yo creo que estamos ya en otro contexto, en otro proceso. Todas estas inquietudes y participaciones activas de las mujeres del Sur de Veracruz tienen que ver mucho con su historia. Yo veo esa ruptura desde la época de Miguel Alemán. ¿Por qué? Porque acostumbró a la gente a darle las cosas sin ganarlas, sin lucharlas. ¡Todo lo tuvo Acayucan por años! 
Porque primero el señor Alemán  fue gobernador, después secretario de Gobernación y luego presidente de la República. Entonces bastaba que la gente del lugar pidiera lo que quisiera y él llegaba y se  lo daba todo. Inmediatamente le daba agua, electricidad, drenaje, calles, camino. Todo. Y  no les costó nada. Todo fue regalado. Y entonces, se acostumbraron a pedir y a quedarse callados. El que hacía olas con Miguel Alemán no le tocaba nada. Tenía una manera muy rara de hacer las cosas: alguien lo contradecía o se le oponía, lo coptaba rápidamente y si no podía convencerlo a esa persona inconforme le pasaba accidentes, asaltos y la que aparecían muertos. El fue muy fino. Nunca amenazó, pero curiosamente, todos lo que se les fueron cruzando en el camino, se fueron muriendo. Entonces, hay mucha gente que se acostumbraron a que la federación, a que las autoridades le dieran todo y que ellos decidieran lo que tenía que hacerse en la ciudad. Si te das cuenta, todo se planeó desde afuera, los acayuqueños no participaron en el desarrollo de su pueblo, lo hicieron los ingenieros traídos de la Presidencia de la República. Vinieron maestros  a dar clases. ¡Todo les llegó de afuera! Y a los de aquí, muchos jóvenes profesionistas, los mandó a otros lugares, a Córdoba, a Tuxpan. Entonces no se formaron cuadros que lograsen el desarrollo de Acayucan. No están acostumbrados a lograr las cosas por sí solos, lo vemos en los últimos 60 años de historia.      
   
-¿Totalmente acostumbrados al paternalismo?
 
-¡Exacto, Totalmente! ¿A qué se debe esta posición pasiva? Al temor de perder todo, de que se lo quiten. Muchas familias acayuqueñas hicieron su fortuna, su patrimonio como funcionarios de los gobiernos federal y estatal, de las paraestatales. Por ejemplo: ¡Esto es increíble! Que la deuda del Fobaproa concentre alrededor del 5% nada más en Acayucan. Cuando tenemos cientos de ciudades importantes en el país. Aquí se concentra ¡el 5% de la deuda del Fobaproa! ¿Qué quiere decir? Que hay muchos acayuqueños que no les convine hacer olas porque están ensartados con grandes deudas que el gobierno federal paga.

De esta manera concluye la entrevista Alfredo Delgado, quien adelantó que próximamente publicará una serie de libros relacionados con el Sotavento, con Coatzacoalcos, Acayucan y otro más sobre  una investigación que hizo sobre los negros en el Sur de Veracruz, en el Sotavento histórico.