Déjame
que te cuente…
Por
Sergio M .Trejo González.Se acuerda usted de las series de radio, como Kalimán o Trespatines? Sin falta, a las tres de la tarde de cada día, usted se sentaba con su mamá o su abuelita y disfrutaba de las aventuras de personajes que jamás veía, pero que lo transportaban a mundos fantásticos. El poder de estos dramatizados era tal que lo envolvían y lo metían en la trama; bien para combatir contra del doctor Kiro o a los jinetes de la muerte (en el caso del hijo de la diosa Kali, quien combatía al lado de Solín) o para carcajearse con el comediante cubano. Por supuesto que también había series de novela auditiva para que las señoras enjugaran en sus ojos alguna lagrima, porque no les llegaba el amor a los protagonistas o porque el ingrato hijo, había dejado a la anciana madre que terminó quedándose ciega de tanto costurar para ganarse la vida: “Corona de lágrimas”.
Desde
esos años maravillosos comencé a percibir
la importancia de un libreto creativo e ingenioso, para convencer a los escuchantes.
Se trata siempre de armar un mensaje corto, sencillo y seductor a través de un
excelente medio al alcance que puede ser
a través de megáfono o el perifoneo.
Los
pioneros de esa labor pasean por mi memoria como si los viera y los escuchara:
Don Chucho Alegría, Chimél, el chino Ley, Pascual… hasta llegar al Robinson y su trompeta trasera ruidosa y
alborotadora.
Esto de
la publicidad que usted escucha de a güevo cada cinco minutos (tiempo que dura
en llegar el siguiente triciclo o motocicleta parlante contratada por Regina
para anunciar su promoción de imagen como candidata, de nuevo, a la diputación)
tiene por supuesto ventajas y perjuicios. La gran prerrogativa que tiene el
perifoneo es la inquietud que le genera al oyente todo lo que escucha y que lo
obliga a enterarse de más. En otras palabras, si logra seducir a su vecino,
éste se sentirá atraído a aceptar su invitación y, sin falta, hará lo que el
mensaje le indica. Lo malo es que puede, como en el caso de la musiquita de
Regina, ponernos hasta la madre y ahora de coraje voy a votar por cualquier
otra.
Un buen libreto contiene tres elementos
fundamentales: palabras, música y efectos de sonido. Puertas que se cierran,
caballos que trotan, carros que pasan, gallos que cantan, bebés que lloran...
En el
caso que me ocupa, es la música el elemento principal, adecuado con la letra de
canciones y ritmos que buscan capturar la atención y la voluntad de los
electores. Para que vaya a votar por quien nos dice 24 horas al día: vota,
vota, vota, vota, vota.
Por
cierto que los habitantes de esta ciudad de las diversas colonias y sectores se
están quejando de los fuertes sonidos que se escuchan del perifoneo que
realizan los publicistas de Regina Vázquez que mantiene la ciudad saturada de
ruido estrambótico. Desayunamos, comemos y cenamos con Regina. Dormimos con Regina,
y soñamos que no nos queda de otra… sobre todo porque conocemos la letra
original de la cancioncita esa, que supongo provoca alguna clase de orgasmo
mental a la chamacada que escucha los gemidos húmedos: Delícia, delicia, assim
você me mata, ai se eu te pego, ai ai se eu te pego…
Indican
muchas de las familias afectadas, auditivamente, que están de acuerdo en que pueden anunciarse,
pero no muy de mañana ni tampoco muy noche. Digo, la candidata aludida debe
saber que esas horas son para otros menesteres conyugales, o para dormir en paz,
porque se está atentando contra la tranquilidad de los vecinos y contraviene al
Bando de Policía y Buen Gobierno. Es por
ello que están pidiendo a la presidenta Fabiola ¡aja! que normalice esta
situación y llame a quienes realizan esta actividad, es decir a los propietarios
de los vehículos altoparlantes que tiene contratados su hermana Regina, para
que se moderen en la intensidad del sonido y el horario que deben tener para
estas actividades, pues señalan que no porque estén taladrando con tanta
publicidad van a votar por ella o por el partido que la postula. Debe aquí
saber Regina que en esto de la publicidad existen ciertas reglas para que tenga
penetración subliminal, no escandalosa, ya que lo exagerado resulta aburrido o
chocoso; insultante, cuando se imagina el derroche de dinero en gasto de
campaña. Ahí, la sabiduría ordena no colme la paciencia con su mensaje, con música o efectos de sonidos estridentes o
inoportunos. Se debe pensar que su mensaje lo van a oír sus vecinos muchas
veces y puede colmar el plato. Habría que usar tal publicidad solamente como
herramienta, para las promociones de lo que conocemos, pero no busque fastidiar
como lo hace Regina con su bailecito “arriba, arriba, aaah, abajo, abajo, muuum, de lado, de lado... de
nuevo, de nuevo. Oño ya paren ese pinche maratón de carritos parlanchines. Se
trata de soportar un aparato publicitario para atraer clientela electoral no un
instrumento de tormento, que nos ponga hasta la coronilla. Acaso no saben los coordinadores
de tal campaña que existen sanatorios, despachos y dependencias que si se
dedican a trabajar ¡basta de contaminación acústica!
No estoy
diciendo de ninguna manera que odio la música. Al contrario soy un
melómano…musicólogo, filarmónico y admirador contumaz de las voces, los sonidos
y las notas hermosas, sobre todo de la naturaleza. Creo en El poder de la
música. Defiendo la música como uno delos estímulos más poderosos que existe
para evocar sensaciones en el cuerpo y en el alma. Entiendo que gracias a que
los nervios auditivos son los que más predominan dentro de todos los sentidos
humanos podemos disfrutar o sufrir intensamente la circunstancia.La música es capaz de suscitar diferentes estados de ánimo en quienes la escuchan. No crítico a Regina por acaparar el mercado musical usando los métodos perifoneadores para poder transmitir mensajes, simplemente todos es cuestión de medida. Sobre todo porque los mensajes políticos de Regina no se traducen en nada concreto, pero sabemos que a nivel consciente la clave es vender ese producto, que ya conocimos en pasada diputación y en anterior presidencia municipal. Ella con tal género musical plagiado a una canción en portugués, domina el interés de las masas y pretende otra vez obtener un aplastante enajenación de las multitudes.
Ora bien, para que vean que no soy mala onda con Regina Vázquez y su campaña, sugiero que, considerando que su música es dirigida a la especie de los jóvenes, pues que se promueva con sus temitas durante en un horario razonable, introduciendo allá, entre ocho y nueve de la noche alguna serenatita. No sé una especie de rondalla romanticona, con algún trio o cantante de boleros, de los viejitos y de los modernos. En el amanecer, por ejemplo, podría darnos las mañanitas, a los cumpleañeros y, al mediodía una horita de música clásica o instrumental a manera de sobremesa. El asunto ¿se entiende? no debe ofender la dignidad humana ni exaltar anti valores. Recordando que la sana canción es aquella cuya letra edifica, enseña, recrea y motiva hacia el bienestar. No se puede estar oyendo mensajes de fornicación todo el día y por todas partes: Óoooorale.
Termino
mi entrega recordando que además el volumen depende de cada uno de nosotros.
Puede ser la mejor canción del mundo, pero si le ponemos todos los decibeles
concebidos agreden al tímpano, al martillo, el yunque y al caracol y a la
trompa de Eustaquio. Las buenas canciones son poseídas por los oyentes y no al
revés. Se trata de romper con la obsesión temporera que producen ciertas canciones,
buscadas, en el caso, como instrumento proselitista para la consecución de una
nueva oportunidad de conservar el poder, donde el obstáculo que más se opone a
este parámetro es el gusto. Respeten nuestro derecho a escuchar lo que se nos
pegue la gana... Silencio, que están durmiendo los nardos y las azucenas.
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