martes, 19 de junio de 2012

Perifoneo las 24 horas.


Déjame que te cuente…
Por Sergio M .Trejo González.

Se acuerda usted de las series de radio, como Kalimán o Trespatines? Sin falta, a las tres de la tarde de cada día, usted se sentaba con su mamá o su abuelita y disfrutaba de las aventuras de personajes que jamás veía, pero que lo transportaban a mundos fantásticos. El poder de estos dramatizados era tal que lo envolvían y lo metían en la trama; bien para combatir contra del doctor Kiro o a los jinetes de la muerte (en el caso del hijo de la diosa Kali, quien combatía al lado de Solín) o para carcajearse con el comediante cubano. Por supuesto que también había series de novela auditiva para que las señoras enjugaran en sus ojos alguna lagrima, porque no les llegaba el amor a los protagonistas o porque el ingrato hijo, había dejado a la anciana madre que terminó quedándose ciega de tanto costurar para ganarse la vida: “Corona de lágrimas”.

Desde esos años maravillosos comencé a percibir  la importancia de un libreto creativo e ingenioso, para convencer a los escuchantes. Se trata siempre de armar un mensaje corto, sencillo y seductor a través de un excelente medio al  alcance que puede ser a través de megáfono o el perifoneo.
Los pioneros de esa labor pasean por mi memoria como si los viera y los escuchara: Don Chucho Alegría, Chimél, el chino Ley, Pascual… hasta llegar al  Robinson y su trompeta trasera ruidosa y alborotadora.

Esto de la publicidad que usted escucha de a güevo cada cinco minutos (tiempo que dura en llegar el siguiente triciclo o motocicleta parlante contratada por Regina para anunciar su promoción de imagen como candidata, de nuevo, a la diputación) tiene por supuesto ventajas y perjuicios. La gran prerrogativa que tiene el perifoneo es la inquietud que le genera al oyente todo lo que escucha y que lo obliga a enterarse de más. En otras palabras, si logra seducir a su vecino, éste se sentirá atraído a aceptar su invitación y, sin falta, hará lo que el mensaje le indica. Lo malo es que puede, como en el caso de la musiquita de Regina, ponernos hasta la madre y ahora de coraje voy a votar por cualquier otra.
Un buen libreto contiene tres elementos fundamentales: palabras, música y efectos de sonido. Puertas que se cierran, caballos que trotan, carros que pasan, gallos que cantan, bebés que lloran...

En el caso que me ocupa, es la música el elemento principal, adecuado con la letra de canciones y ritmos que buscan capturar la atención y la voluntad de los electores. Para que vaya a votar por quien nos dice 24 horas al día: vota, vota, vota, vota, vota.
Por cierto que los habitantes de esta ciudad de las diversas colonias y sectores se están quejando de los fuertes sonidos que se escuchan del perifoneo que realizan los publicistas de Regina Vázquez que mantiene la ciudad saturada de ruido estrambótico. Desayunamos, comemos y cenamos con Regina. Dormimos con Regina, y soñamos que no nos queda de otra… sobre todo porque conocemos la letra original de la cancioncita esa, que supongo provoca alguna clase de orgasmo mental a la chamacada que escucha los gemidos húmedos: Delícia, delicia, assim você me mata, ai se eu te pego, ai ai se eu te pego…

Indican muchas de las familias afectadas, auditivamente,  que están de acuerdo en que pueden anunciarse, pero no muy de mañana ni tampoco muy noche. Digo, la candidata aludida debe saber que esas horas son para otros menesteres conyugales, o para dormir en paz, porque se está atentando contra la tranquilidad de los vecinos y contraviene al Bando de Policía y Buen Gobierno.  Es por ello que están pidiendo a la presidenta Fabiola ¡aja! que normalice esta situación y llame a quienes realizan esta actividad, es decir a los propietarios de los vehículos altoparlantes que tiene contratados su hermana Regina, para que se moderen en la intensidad del sonido y el horario que deben tener para estas actividades, pues señalan que no porque estén taladrando con tanta publicidad van a votar por ella o por el partido que la postula. Debe aquí saber Regina que en esto de la publicidad existen ciertas reglas para que tenga penetración subliminal, no escandalosa, ya que lo exagerado resulta aburrido o chocoso; insultante, cuando se imagina el derroche de dinero en gasto de campaña. Ahí, la sabiduría ordena no colme la paciencia con su mensaje,  con música o efectos de sonidos estridentes o inoportunos. Se debe pensar que su mensaje lo van a oír sus vecinos muchas veces y puede colmar el plato. Habría que usar tal publicidad solamente como herramienta, para las promociones de lo que conocemos, pero no busque fastidiar como lo hace Regina con su bailecito “arriba, arriba, aaah,  abajo, abajo, muuum, de lado, de lado... de nuevo, de nuevo. Oño ya paren ese pinche maratón de carritos parlanchines. Se trata de soportar un aparato publicitario para atraer clientela electoral no un instrumento de tormento, que nos ponga hasta la coronilla. Acaso no saben los coordinadores de tal campaña que existen sanatorios, despachos y dependencias que si se dedican a trabajar ¡basta de contaminación acústica!
No estoy diciendo de ninguna manera que odio la música. Al contrario soy un melómano…musicólogo, filarmónico y admirador contumaz de las voces, los sonidos y las notas hermosas, sobre todo de la naturaleza. Creo en El poder de la música. Defiendo la música como uno delos estímulos más poderosos que existe para evocar sensaciones en el cuerpo y en el alma. Entiendo que gracias a que los nervios auditivos son los que más predominan dentro de todos los sentidos humanos podemos disfrutar o sufrir intensamente la circunstancia.

La música es capaz de suscitar diferentes estados de ánimo en quienes la escuchan. No crítico a Regina por acaparar el mercado musical usando los métodos perifoneadores para poder transmitir mensajes, simplemente todos es cuestión de medida. Sobre todo porque los mensajes políticos de Regina no se traducen en nada concreto, pero sabemos que a nivel consciente la clave es vender ese producto, que ya conocimos en pasada diputación y en anterior presidencia municipal. Ella con tal género musical plagiado a una canción en portugués, domina el interés de las masas y pretende otra vez obtener  un aplastante enajenación de las multitudes.

Ora bien, para que vean que no soy mala onda con Regina Vázquez y su campaña, sugiero que, considerando que su música es dirigida a la especie de los jóvenes, pues que se promueva con sus temitas durante en un horario razonable, introduciendo allá, entre ocho y nueve de la noche alguna serenatita. No sé una especie de rondalla romanticona, con algún trio o cantante de boleros, de los viejitos y de los modernos. En el amanecer, por ejemplo,  podría darnos las mañanitas, a los cumpleañeros y, al mediodía una horita de música clásica o instrumental a manera de sobremesa. El asunto ¿se entiende? no debe ofender la dignidad humana ni exaltar anti valores. Recordando que la sana canción es aquella cuya letra edifica, enseña, recrea y motiva hacia el bienestar. No se puede estar oyendo mensajes de fornicación todo el día y por todas partes: Óoooorale.

Termino mi entrega recordando que además el volumen depende de cada uno de nosotros. Puede ser la mejor canción del mundo, pero si le ponemos todos los decibeles concebidos agreden al tímpano, al martillo, el yunque y al caracol y a la trompa de Eustaquio. Las buenas canciones son poseídas por los oyentes y no al revés. Se trata de romper con la obsesión temporera que producen ciertas canciones, buscadas, en el caso, como instrumento proselitista para la consecución de una nueva oportunidad de conservar el poder, donde el obstáculo que más se opone a este parámetro es el gusto. Respeten nuestro derecho a escuchar lo que se nos pegue la gana... Silencio, que están durmiendo los nardos y las azucenas.

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