lunes, 4 de junio de 2012

¿Libertad de expresión?

Déjame que te cuente.
Por Sergio M. Trejo González.

A escazas tres semanas de la culminación de la campaña electoral que nos atropella, con mira a las elecciones del primero de julio, y en el contexto de la celebración del día de la “Libertad de Expresión”, resulta íntegro  y honrado (no sé si también sano) reflexionar sobre la sutil manera que se ha desarrollado el poder sobre Acayucan en los últimos tres trienios, sin perjuicio de lo que mantenga viva la memoria de los acayuqueños.
Todos, de muchas maneras, recordamos al poderoso Cirilo Vázquez Lagunes, desde la década de los 80´s hasta los últimos días; viéndolo apoderarse prácticamente de la región. Sería muy necio ignorarlo, cuando de nueva cuenta se avecina la posibilidad la cuasi democrática imposición de Regina Vázquez. Se le recuerda todavía, a don Cirilo, con los antecedentes del imperio que administró.  Su nombre hacia y hace todavía temblar a quien se atreve a mencionarlo. Era pública y notoria su ascendencia en Banrural que primero conocimos como banco de crédito rural del golfo, lugar donde Cirilo habitualmente despachaba; imponía los funcionarios a su antojo, manejando el renglón creditico a su gusto. Se adueñó de la Unión Ganadera Regional del Sur de Veracruz, y desde ahí comenzó a ejercer una influencia política para controlar los principales espacios públicos de la región. La gente hablaba de una relación con   Bonanza y el Mundo Marlboro. En esas historias me relatan, los amigos y confidentes, las danzas y andanzas del señor Cirilo Vázquez Lagunes; que andaban sueltos, en estas praderas de Gran Manitú, una especie de llamémosle “alguaciles de los pobres”; que llegaban a levantar a cualquier persona de las sillas y de las mesas de  los restaurantes y de las cantinas, nomás porque se les hinchaban las ganas de quitarle su lugar. Ya no se diga de la prepotencia con que se desplazaban en la zona de tolerancia. Debían abrirles paso, darles sitio y prestarles a la vieja. Había otros achichincles de más categoría que se presentaban como secretarios y asesores de Cirilo Vázquez, portaban su pistolón y apantallaban para que les obsequiaran favores. Eso sí lo miré (tos terrenos de El Mangal, sinónimo del dominio y trono de su feudo.

Otros detalles que no dejan de llamar la atención es que, estos renglones históricos, no sirvan, como antes, de capital político para que Regina explote en sus discursos. Digo, para cerrar con broche de oro su campaña.

Cierto que solamente faltan unos días, pero no hay que aflojar el paso y, ya que los panistas le hicieron la chamba a Xóchitl Tress, demostrando los panuchos, una vez más, su chata visión, sus endebles ideales y su vacilación para defender la bandera blanquiazul, no hay que dejar abierta ninguna posibilidad de que se vaya el triunfo de Regina. Hay que recordar lo que Regina significa en su discurso: Buscar el cambio, para seguir por el mismo camino (?).  Pudiera enriquecer sus choros diciendo que más vale malo por conocido que bueno por conocer  o el que por su gusto es Rey hasta la corona lame. Dicho así, sin el buey y la yunta, para que no suene feo. Pero, decía antier, no estoy aquí para dar lecciones de argumentación; al cabo ya nos han partido media madre durante unos 30 años. Sea como quiera, uno se acostumbra a que le quieran ver al pueblo la cara de bovino, que al cabo por cuernos en la ciudad no vamos quedar.
El asunto entonces, me digo a mi mismo: “Póngale un poco de nostalgia en sus columnas  mi Cheyo (así me llamaba mi madrina Tayde Garduza de cariño) para que no todo quede en chingar por chingar; un tantito de gracia al rollo demagógico; échele ganas, usted tiene feeling and soul”. Por eso me decidí a entrarle al quite a la Xóchitl “Tress en Una”,  quesque anda tirando aceite porque se le fue la Dinorath... Let it be a la Reyna de los leones. No está usted sola. Aquí me tiene platicando lo que dicen mis cercanos, recordándome los pasajes de la Fargo, del Gran Chaparral,  Bonanza y el Mundo Marlboro. En esas historias me relatan, los amigos y confidentes, las danzas y andanzas del señor Cirilo Vázquez Lagunes; que andaban sueltos, en estas praderas de Gran Manitú, una especie de llamémosle “alguaciles de los pobres”; que llegaban a levantar a cualquier persona de las sillas y de las mesas de  los restaurantes y de las cantinas, nomás porque se les hinchaban las ganas de quitarle su lugar. Ya no se diga de la prepotencia con que se desplazaban en la zona de tolerancia. Debían abrirles paso, darles sitio y prestarles a la vieja. Había otros achichincles de más categoría que se presentaban como secretarios y asesores de Cirilo Vázquez, portaban su pistolón y apantallaban para que les obsequiaran favores. Eso sí lo miré (tantito y de lejos) y lo recuerdo muy bien porque, su servidor, comenzaba a incursionar en tareas públicas de cierta responsabilidad.

Teníamos en Acayucan un señor comandante, bigotón, ceñudo y bragado. Era alto, bien dado, muy ancho de espaldas; con negra mirada que un aire le daba al buitre de las montañas: Eulogio Herrera Galván. Si mi memoria no me resulta infiel, fue el único cabrón que le puso el arma en la cara a Don Cirilo Vázquez Lagunes, frente a su escolta armada hasta los dientes. De inmediato le apuntaron al policía cumplido, que llegó a “La cabaña” (de Antonio Dodero Cano) para aplacar a un par de rijosos que se estaban partiendo la madre. Era Cirilo Vázquez peleando con su cuñado Luis Alberto Saut Niño (tío de Regina) por un asunto familiar de “trato amable”. Los daños materiales ascendieron a la cantidad de seis mil pesos (cuando el dólar estaba a $12.50 a la compra y a la venta) por concepto de la desintegración de las partes de una Rockola, fractura de los canceles y espejos del lugar, y por alteración de la escenografía selvática del Lounge Bar. Acabaron pues, los cuñados, con todas esas percepciones visuales, cromáticas, y sensitivas del lugar, para dar rienda suelta a la vulgar riña. Don Eulogio, ante tal circunstancia optó, por lo más inteligente, bajó el arma y puso pies en polvorosa, dejando a un Cirilo Vázquez desconcertado para que después reordenara medidas de represalia, que para un servidor carecen de importancia, dado lo que se acostumbraba. Lo digo porque supe de otros trances del Don Eulogio, igual quitándole su arsenal a otros compinches; ya recomendando a más de tres abogados de don Cirilo, que guardaran su arma y compraran unas chinampinas para que las tronaran a golpe de cacha. Luego se nos perdió don Eulogio, hasta donde me llega la información, después de vivir muchos años en la calle Benito Barriovero, junto al domicilio del Licenciado Ciro González Tadeo, de donde se desterró en estado invidente para radicar en Jaltipan. 
En fin que todos esos reflejos resultan minucias comparadas con otras aventuras de Don Cirilo. Ahora y a propósito de campañas y elecciones, se rememora que, el propio señor Cirilo, en aquellas épocas contaba: Que se le habían regresado sus querubines (Fabiola y Regina) a Puebla, donde vivían antes de la feliz ocurrencia de que vinieran a mandarnos; porque no les gustaban estos menjurjes y trotes de andar acarreando gente y tener que barbear a la chusma. Se lo creían los seguidores de don Cirilo y lo difundían para que todos cayéramos en el garlito del esfuerzo que le costaba al poderoso señor y amo, convencer a sus palomas de la importancia que resultaban ellas, para su gran proyecto, que por cierto nadie sabe todavía en que consiste. Eran los períodos que bailaban muchos vecinos porque algún recadero soltaba su amable pedimento, de Cirilo, para a las hijas para ese proyecto. Se decía que Él, solamente mandaba pedir las vacas que necesitaba para darle alimento al electorado y que todos cooperaban “voluntariamente ¡Hágame usted el favor! Todavía  la gente murmuraba, eso que les contaba líneas antes, que a ellas (Regina y Fabiola) no les gustaba participar en los eventos de campaña. Dos o tres veces, cuando se ausentaron, el pueblo en verdad creía de nuevo el rumor: “es que ya se le fueron de nuevo las chamacas y anda encabronado, Cirilo, presionándolas para que regresen”. Por supuesto que algunos pendejos creían toda esa gran preocupación y seguro que hasta suspiraban para que las infantas, hidalgas y preclaras morritas volvieran a concedernos el favor de su representación popular. Qué bueno que no les gustaba y, ojalá, se aburran de gobernar en Acayucan porque creo que no nos van a soltar en unos cincuenta años.

Pero el sarcasmo y la cábula no terminan. Mire usted que en estos, nuevos vientos democráticos, se observa como Regina, cabalgando de nuevo con rumbo a otra diputación, se atreve a declarar en sus discursos: “Tenemos que terminar con el cacicazgo” y, además, celebra que Enrique Peña Nieto se compromete a brindar apoyo a las madres sin marido ( conste que a Regina Vázquez, no le afecta si gana o pierde el candidato del PRI porque la lleva de a cuartas con López Obrador; recuérdese que votó contra el desafuero del candidato perredista cuando fue diputada federal por el PAN). En serio que la vi “con mis propios ojos” cuando levantaba la mano y sonreía escuchando a Héctor Yunez Landa, en su visita nocturna de hace unos días; cuando declaraba que el candidato a la presidencia de la Republica por el PRI concederá un subsidio para todas las madres solteras ja, ja, ja, soltó la carcajada Regina, y elevó su diestra, después apunto su pecho con el dedo, diciendo anóteme por favor ja, ja, ja. Por sentido del humor de Regina no vamos a quedar y un servidor, que presume de gozar excelente regodeo, no tiene más que sonreír.
Respeto el derecho político de Regina y de todos los candidatos, su postulación y sus palabras, porque dijeran los poetas: “Yo amo la palabra y las palabras. Me defiendo y transporto con sus dardos de viento,  aunque a veces me dejen cicatrices y llagas. No quiero más censura sobre ellas, ni quiero que a la lengua le coloquen mordazas. ¡Dejen en libertad a la palabra! A mi palabra, a tu palabra, a todas las palabras. A veces temo, al cantar mis sentimientos, que sus mensajes no lleguen al destino y por eso las dejo aquí grabadas. Pero hay algo más triste todavía; algo que me produce indignación y nauseas: aún se prohíbe y se secuestra la palabra; aún se sigue atentando contra muchas verdades, manipulando, encarcelando, asesinando…Por respeto a los vivos y a los muertos, la lucha de los pueblos, la sangre derramada, la libertad y, sobre todo, la dignidad humana… penemos la calumnia pero no las palabras”.


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