Columna: Claroscuros
José Luis Ortega Vidal
(1)
Como sucede con Roma, en Veracruz todos los caminos conducen al 2016: el año en que Javier Duarte de Ochoa será relevado en el poder ejecutivo estatal.
Ocurre –sin embargo- que el camión con destino a la sucesión estatal tiene una parada en la calle 2013 entre avenidas Congreso Local y Presidencias Municipales.
(2)
Las elecciones del primero de julio del 2012 se treparon al camión de los comicios estatales veracruzanos.
Enrique Ampudia Melo es el nuevo pasajero. Su boleto tiene sello de los estados de Hidalgo, Sonora y firmas de Atlacomulco, en el estado de México.
Jesús Murillo Karam, Manlio Fabio Beltrones y Luis Videgaray son los nombres detrás del pasajero incómodo.
Pero hay más: Miguel Angel Yunes Linares, un experto en derrotas electorales, en saltar de un partido político a otro y ahora un maestro en montajes político-teatrales, también forma parte del affaire “Subsecretaría de Gobierno”.
No se trata de un tema menor.
Tampoco es un cuento de espías en una guerra fría de paranoicos.
Todo encaja: el pleito por la plaza Veracruz tuvo fecha de inicio el primero de julio del 2012, a partir de la media noche, cuando se conoció que el PRI perdió las elecciones presidenciales en el estado que representa la tercera reserva de votos del país.
(3)
Durante los comicios de aquel domingo, en nuestra entidad no sólo estuvo en disputa el relevo presidencial, sino el futuro de los diversos grupos de poder que integran el PRI, el PAN, el PRD y anexas.
Todos cuentan -desde aquella jornada- la cantidad de canicas políticas que les tocó en la “rebatinga” de las urnas.
Apenas cumplido un mes de aquella merienda de negros, ha sido aprobada la Reforma al Código Electoral Estatal que separa los comicios de gobernador de los de Alcaldes y Diputados.
El nuevo Código también incluye aspectos relevantes como el reparto de posiciones plurinominales, el freno a guerras sucias, la obligación de aspirantes a debatir, la disminución de los tiempos para las declaratorias de triunfos y las alianzas aprobadas pero maniatadas, entre otros.
Las reformas legales son positivas si en ellas se obtiene un beneficio para quienes le dan a la Ley su razón de existencia: los ciudadanos.
No obstante, los cómos también juegan un papel esencial.
La Reforma del Código Electoral veracruzano contiene buenas noticias, aunque ha ocurrido en un contexto del viejo sistema político que detiene el avance de la democracia mexicana: el de los liderazgos partidistas serviles y el de los mandatos impositivos.
¿Alguien recuerda a la sociedad?
¿Alguien –en serio- está convencido de que los Legisladores representan los intereses del pueblo?
(4)
Enrique Ampudia Melo sirve a tres amos; pero sólo representa los intereses de dos.
El tiempo sacará a flote los detalles del pacto que trajo al político hidalguense a suelo jarocho.
Hoy, los partidos políticos veracruzanos se encuentran encabezados por liderazgos lejanos a la circunstancia histórica que les ha tocado vivir y que reclama al referéndum y al plebiscito como herramientas de poder en manos de la gente.
Enrique Cambranis perdió las elecciones federales del 2012 con la parte del PAN que le toca y que controla Alejandro “El Pipo”Vázquez Cuevas.
Miguel Angel Yunes Linares ganó las elecciones federales del primero de julio desde la soledad política que marca su sino y su ambición desmedida por el poder, así nazca a carazos sobre pasteles infames.
Erick Lagos quizá tendrá oportunidad de superar el trauma de los mil 500 votos que separaron a Josefina Vázquez Mota de Enrique Peña Nieto; pero nunca lo podrá olvidar y si lo pretende se lo recordarán sus rivales hasta el último sufragio de su vida política.
Juan Vergel Pacheco respira con los votos que obtuvo Uriel Flores Aguayo y cobra desde la posición de poder que no ha sido capaz de construir por sí mismo.
(5)
La lucha por el 2016 ha dado inicio y todos los contendientes lucen débiles.
Y más que ellos, la derrotada de antemano es la democracia jarocha; urgida de la verdadera construcción que la historia le ha negado.
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