LUIS VELÁZQUEZ
Un fotoperiodista, Félix Márquez, de 24 años, acepta la
invitación de la ONG “Artículo 19” para exiliarse un ratito de Veracruz, luego
de que el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez, lo acusara de pagar
a gente de un poblado de Tlalixcoyan a cambio de posar con morunas y rifles
viejos como una guardia comunitaria y de que le avisara en rueda de prensa que
debería estar preso.
En contraparte, unos 40 reporteros de Xalapa desayunan en la
Academia de Policía con el secretario de Seguridad Pública, y en donde el gino
Bermúdez les dice que en Veracruz hay un respeto inquebrantable (¡sí, Chucha!)
por la libertad de expresión, contemplada en la Carta Magna y en ningún momento
privilegio de la autoridad.
Un reportero gráfico, Félix Márquez, vive horas en la
incertidumbre y la zozobra.
Mientras tanto, unos 40 reporteros de Xalapa desayunan con
el titular de Seguridad Pública y aceptan el regalazo de aparatos
electrodomésticos “asegún” rifados.
Así, entre tanto un reportero tiene miedo de morir en un
accidente automovilístico, un fuego cruzado, un secuestro, un levantón, otros
trabajadores de la información aclaman al titular de Seguridad Pública.
Judas entregó a Cristo a cambio de 20 monedas y luego, ni
hablar, se ahorcó.
Un indio yaqui, que había jurado lealtad a Miguel Hidalgo,
cortó la cabeza al padre de la Patria, ya fusilado, a cambio de 20 monedas.
El general Victoriano Huerta traicionó a Francisco I.
Madero, endulzado el oído por el embajador de Estados Unidos en México para
sumir la presidencia de la República.
El general Jesús Guajardo regaló un caballo a Emiliano
Zapata y lo invitó a una comelitona en su hacienda... donde lo emboscara.
Caín asesinó a Abel.
Ojalá, pues, que los carniceros de hoy nunca, jamás, en vida
reporteril se conviertan en las reses de mañana.
Y aun cuando se trata de una sentencia bíblica, es más fácil
que un camello pase por el ojo de una aguja que descubrir una aguja en un
pajar.
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