miércoles, 18 de julio de 2012

Rescoldos políticos


Déjame que te cuente…

Por Sergio M. Trejo González.
                           He buscado abstenerme de escribir de política, porque ya suficiente tengo con mi e-mail, mi Facebook y mis reuniones de café pletóricos de chascarrillos y versos de todos colores y sabores y en todos los sentidos… Ya vote, lo hice con certeza de mis convicciones. Ganaron los que ganaron y perdieron los que perdieron.  Ya qué más da, si son colorados, amarillos o azules. No me interesa divagar acerca de que si la mayoría fue consecuencia de las alianzas o si tenían razón los agoreros y villamelones. No vivo, afortunadamente, de la política; no me interesa alimentar rescoldos filosóficos ni estadísticos, ni me cautiva en estos momentos la idea de prolongar la jornada electoral que anda por ahí, cual vagabundo escrutando motivos para permanecer en la flojera o lamentación. El mundo continúa girando y los ciudadanos tenemos que asumir nuestros compromisos y ocupar nuestras responsabilidades cotidianas; si acertamos o no en nuestras decisiones políticas tenemos que permanecer institucionales para que nadie resulte lesionado en sus derechos.
                           Si alguna reflexión debe iluminarnos es asimilar que cualquier resultado en cualquier contienda es sinónimo de madurez e inteligencia. En la comprensión de que perder una elección tampoco significa tener que retirarse al exilio social, por el contrario se debe participar con mayor entusiasmo y cálculo retornando por el momento a la vida normal. Es bueno aquí y ahora, considerar que usted como un servidor estamos muy lejos de recibir  el beneficio directo de quienes obtuvieron el triunfo electoral, con o sin nuestro voto, así es que quienes piensan que se verán iluminados con los ganadores pues que sueñen y ojala se les conceda algún milagro. Quizá usted leyó alguna de mis comentarios durante el proceso electoral y pensará que mi vida continúa pendiente de que la candidata de mi preferencia mantiene una comunicación personal de importancia: ¡para nada! Mis colaboraciones jamás llevaron intención de obtener siquiera un cabrón popote por parte de quien venía proponiendo en mis columnas como una opción. Si acaso un saludo de paso en alguna banqueta, pero no más. Lo hice por mi espíritu de lucha, por mi conciencia de clase, por mi vena revolucionaria. Me gustan las causas con causa. Soy un hombre de ideas, buenas o malas, locas o cuerdas. Como usted las quiera calificar, pero un hombre con ideas que piensa que si bien es posible padecer infinidad de privaciones, nada es realmente tan opresivo como la privación de la libertad de pensamiento; por ello deseo morir pensando en que no es con moronas de pan y con limosnas con lo que se ha para matar el hambre de mi pueblo.
                              Ignoro realmente que es lo que quiero de Acayucan, porque en cada oportunidad que se me presenta me largo a cualquier lugar del país, pero el chiste es que disfruto enorme caminar por mi parque y por los mercados, por mi barrio y por cualquier colonia donde saludo a mis vecinos que son como mis hermanos. Aquí nací hace 55 años y me siento como parte de la escenografía. No tengo dificultad ni vergüenza de caminar con el tumbao con que camino. Sé que la gente me reconoce por ese movimiento de brazos que me concede un aspecto descuidado: soy diferente. No es que hable solo, platico conmigo y, cuando voy murmurando, no es que vaya perdiendo la razón, sucede que soy hiperactivo y me paso repasando, en mi soledad andariega, alguna estrofa que deseo aprender completamente hasta hacerla propia y adecuada a mi personalidad. Esa es mi entelequia pero no soy peligroso, por el contrario existen testimonios de mi serenidad y tolerancia.

                               Por favor sacuda usted esa atmosfera perniciosa que nos dejó tanta propaganda política. Las elecciones ya terminaron y atrás quedan  los efectos negativos que solamente dejan un pueblo desintegrado, fraccionado, inconforme. Que no sea la pasada contienda motivo para institucionalizar el divisionismo. La realidad acayuqueña, viéndola de forma dialéctica, después de las elecciones está más llena de conflictos y se vislumbran más problemas peligrosos. Las elecciones no han arrojado solución alguna para nada todavía, más bien crearon dificultades y enemistades. Conflictos que ponen en peligro el marco institucional, la estructura legal y la referencia de legitimidad.
                           En definitiva el proceso electoral pretérito no deja soluciones, sino abrió luchas, las que resolverá la sala electoral del poder Judicial de la federación y otras, que podemos leer por ahí en las listas de aspirantes a la presidencia municipal. Demasiado prematuro cualquier comentario, alimentado solamente por la necesidad de prolongar esa morbosidad política de quienes desean continuar en el carro de la revolución con la filosofía: “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.


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