El escritor uruguayo ubicó en su
momento a Petróleos Mexicanos como "la mayor empresa no extranjera de toda
América Latina".
El texto de Eduardo Galeano sobre la
expropiación petrolera.
En el libro “Las Venas Abiertas de
América Latina”, publicado en 1971 por el periodista y escritor Eduardo
Galeano, refiere un fragmento sobre la
expropiación petrolera de 1938 en
México, anunciada por el entonces presidente Lázaro Cárdenas.
En su texto, Galeano expone que las
empresas Standard Oil y Royal Duch Shell buscaban bloquear las exportaciones
mexicanas de petróleo y de los abastecimientos necesarios para sus pozos y
refinerías.
El escritor uruguayo ubicó en su
momento a Petróleos Mexicanos como “la mayor empresa no extranjera de toda
América Latina” pero que a pesar de sus ganancias, el gobierno mexicano pagó
abultadas indemnizaciones a las empresas entre 1947 y 1962.
Aquí te presentamos un fragmento del
libro:
“Las Venas Abiertas de América
Latina”
México había sufrido, veinte años
antes, un embargo internacional decretado
por la Standard Oil de Nueva jersey y la Royal Dutch Shell. Entre 1939 y
1942 el cártel dispuso el bloqueo de las
exportaciones mexicanas de petróleo y de los abastecimientos necesarios para
sus pozos y refinerías. El presidente Lázaro Cárdenas había nacionalizado las
empresas. Nelson Rockefeller, que en 1930 se
había graduado de economista escribiendo una tesis sobre las virtudes de
su Standard Oil, viajó a México para negociar un acuerdo, pero Cárdenas no dio
marcha atrás. La Standard y la Shell, que se habían repartido el territorio
mexicano atribuyéndose la primera el norte y la segunda el sur, no sólo se
negaban a aceptar las resoluciones de la Suprema Corte en la aplicación de las
leyes laborales mexicanas, sino que además habían arrasado los yacimientos de
la famosa Faja de Oro a una velocidad vertiginosa, y obligaban a los mexicanos
a pagar, por su propio petróleo, precios más altos que los que cobraban en
Estados Unidos y en Europa por ese mismo petróleo’(42 Harvey O’Connor, La
crisis mundial del petróleo, Buenos Aires, 1963).
Este fenómeno sigue siendo usual en
varios países. En Colombia, por ejemplo, donde el petróleo se exporta
libremente y sin pagar impuestos, la refinería estatal compra a las compañías
extranjeras el petróleo colombiano con un recargo del 37 por 100 sobre el
precio internacional, y lo tiene que pagar en dólares (Raúl Alameda Ospina en
la revista Esquina, Bogotá, enero de 1968).. En pocos meses, la fiebre
exportadora había agotado brutalmente muchos pozos que hubieran podido seguir
produciendo durante treinta o cuarenta años.
«Habían quitado a México —escribe
O’Connor- sus depósitos más ricos, y sólo le habían dejado una colección de refinerías
anticuadas, campos exhaustos, los pobreríos de la ciudad de Tampico y recuerdos
amargos.» En menos de veinte años, la producción se había reducido a una quinta
parte. México se quedó con una industria decrépita, orientada hacia la demanda
extranjera, y con catorce mil obreros; los técnicos se fueron, y hasta
desaparecieron los medios de transporte. Cárdenas convirtió la recuperación del
petróleo en una gran causa nacional, y salvó la crisis a fuerza de imaginación
y de coraje. Pemex, Petróleos Mexicanos, la empresa creada en 1938 para hacerse
cargo de toda la producción y el mercado, es hoy la mayor empresa no extranjera
de toda América Latina.
A costa de las ganancias que Pemex
produjo, el gobierno mexicano pagó abultadas indemnizaciones a las empresas,
entre 1947 y 1962, pese a que, como bien dice Jesús Silva Herzog, «México no es
el deudor de esas compañías piratas, sino su acreedor legítimo.»” (43 Jesús
Silva Herzog, Historia de la expropiación de las empresas petroleras México.
1964)
En 1949, la Standard Oil interpuso
veto a un préstamo que los Estados Unidos iban a conceder a Pemex, y muchos
años después, ya cerradas las heridas por obra de las generosas
indemnizaciones, Pemex vivió una experiencia semejante ante el Banco
Interamericano de Desarrollo.
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